Ya se cumplirá un año desde que el presidente López Obrador pretendió, con un acto de desplante político cargado de demagogia, cambiarle el nombre al “Triángulo Dorado”, donde confluyen las fronteras de Sinaloa, Chihuahua y Durango, para llamarle “el triángulo de la bondad”, “el triángulo de la gente buena”, remataría el presidente, como un acto para superar el estigma que encierra ese punto de la geografía nacional en la historia del narcotráfico en México.
Y como muchos de los actos del presidente López Obrador, siempre surge un promotor que se ilumina para encabezar esa “gran obra” que la ocurrencia del presidente, según sus seguidores, trazó en una de sus innumerables visitas a Badiraguato y específicamente a ese punto geográfico de la Sierra Madre Occidental.
El diputado Feliciano Castro, líder de la mayoría de diputados en el Congreso del Estado, muy pronto se puso en acción y se le ocurrió la idea de reunir a cien diputados locales de los estados de Chihuahua y Durango, con la idea de desarrollar un gran proyecto de rescate de esa región del noroeste mexicano.
En principio olvidaron el presidente López Obrador y el diputado Feliciano Castro que existen muchos “triángulos dorados” en toda la sierra sinaloense y que desde el gobierno de Alfonso G. Calderón, con su plan de “Los Altos de Sinaloa”, ningún otro ha hecho lo que él realizó, precisamente porque había advertido muy a tiempo una tendencia naciente a la producción de estupefacientes (opio y marihuana), con embriones entonces de bandas criminales que apuntaban entonces hacia el crimen organizado y una gran empresa fincada en la producción y tráfico de drogas, así como la violencia inherente a su desarrollo.
Fue un esfuerzo extraordinario de Don Alfonso G. Calderón, al grado que la inversión en los diez municipios que constituyen la sierra de Sinaloa, que incluso empezó desde entonces las carreteras transversales de Choix a Chihuahua y de Badiraguato a Parral, que aún duermen en el tiempo esperando ser concluidas.
Cuando se conoce lo poco que se ha hecho desde entonces por los gobiernos, la propuesta de AMLO sobre cambiar el nombre del “Triángulo Dorado” suena igual a la propuesta de crear una universidad de la sierra en Badiraguato como parte de las cien universidades que crearía en su sexenio y que ha resultado un cuento más.
Pero lo que si se puede hacer es tomar los 20 millones que aprobaron los diputados para invertir en ese “triángulo de la bondad” que se les ocurrió, sería muy bueno que lo invirtieran allá, en la comunidad del Puerto de la Esperanza, Santa Gertrudis, la Mesa de San Miguel, Alisitos, Sabanillas, El Nogalito, Bella Vista, Las Banquetas y Cueva Gacha, que son las comunidades que existen en el “triángulo dorado” y que promueven con el gobierno federal que concluya los 20 km de carretera que faltan para llegar a Chihuahua.
Mucho le van a ayudar al gobierno de Badiraguato que encabeza José Paz y que permitiría el tránsito carretero hasta Parral, Chihuahua, y la frontera con Estados Unidos, vía que tanto nos hace falta.