No hay nada más perturbador en la vida que creer en algo y que resulte una profunda decepción, como a ocurrido con el diputado Feliciano Castro, quien sin reparo alguno fabricó procesos legislativos ilegales, desacata sentencias de inconstitucionalidad a su conducta legislativa resuelta por un tribunal federal y remata con descalificaciones absolutistas y absurdos, como descalificar a la ANUIES (Asociación Nacional de Universidades) por cuestionar el monumental atropello que han realizado en contra de la autonomía de la UAS.
Atreverse a tanto no es más que reflejo de una mente descompuesta por el interés personal por encima de todo, como les ocurrió a algunos medios de comunicación y periodistas, al caer atrapados en las redes de la seducción económica que ha impulsado el gobierno para disponer de sus servicios según le convenga, mandando al demonio valores, principios y derechos de ellos mismos y la sociedad, por que la corrupción en que se hunden también corrompe el tejido social al anular sus derechos a la información y la verdad.
El diputado Feliciano Castro, ha rebasado esos limites lamentablemente, convirtiéndose de facto en un esbirro del Poder Ejecutivo y convertir en una alfombra al Poder Legislativo.
Y este no es un problema mental que requiera de psicólogos y psiquiatras, no, definitivamente no, es simplemente un asunto de un vulgar interés personal donde incluso la política queda abajo.
¿Cómo es posible que no advirtieron al nivel que llegaron para legislar con fundamento en una ley declarada por los jueces federales inconstitucional?
¿Y que hayan sido capaces de llevar al extremo de una consulta que no era más que una farsa, un monumento a la estulticia?
Para algunos resulta imposible, pero para una persona con dos dedos de frente y por eso piensan que algo anda mal en esa cabeza, aunque si se observa la ruta completa que siguieron para llegar a ese decreto violatorio a la autonomía de la UAS, se encuentran múltiples huellas que se trata de una consigna, la que debe realizarse sea como sea y para eso, solo se necesita no tener vergüenza ni escrúpulos.
Paradójicamente, al final del día, observando las viejos lideres del Congreso que tuvo el PRI en antaño, resulta sumamente bochornoso no encontrarse ninguna legislatura que haga paralelismo con esta que dirige Feliciano Castro, en cuanto a su obediencia, sumisión e ilegalidad.
A estas alturas es evidente que todos esos desfiguros solo han servido para desnudar la imagen de un legislador, que no ha tenido reparo alguno en mentir, en engañar y querer pasar sobre la ley, cosa que no sucederá y todo resultara infructuoso, lo que solo servirá como estigma.