Mucho se tardaron la presidenta Claudia Sheinbaum y su gabinete en reaccionar, ante las amenazas del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien durante toda su campaña electoral y después de la elección, ha dicho y repetido infinidad de veces que al llegar al gobierno de su país, de inmediato impondrá sanciones económicas a México por lo que considero competencia desleal y apertura a manufactura de fabricación China, el principal competidor de los vecinos del norte en la economía mundial.
Desde el 12 de noviembre, diez días después de la elección de Donald Trump, el gobierno mexicano, a través de su secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O, anunció un plan de sustitución de importaciones que hace México de China, con el valor de 80 mil millones de dólares, plan que México presentara a Canadá y Estados Unidos, luego de todas las amenazas que han planteado los dos países socios en el T-MEC, con la intención de parar la ofensiva que han lanzados los dos gobiernos contra México, para que detenga sus importaciones que hace de manufacturas chinas, principalmente para la industria automotriz.
Ese mismo día, Marcelo Ebrard, el secretario de Economía, también declaró en reunión con banqueros, que sería un “costo descomunal” no implementar ese plan de la Secretaria de Hacienda, de parar las importaciones de China, porque de acuerdo a lo declarado por Donald Trump, se impondría aranceles a la manufactura china hasta un 60 por ciento y a los fabricantes mexicanos en un 25 por ciento.
Esta ha sido la respuesta del gobierno mexicano desde que el 12 de noviembre el gobernante canadiense de provincias, demandara al primer ministro Justin Treadou, excluir a México del T-MEC si no frenaban la competencia “desleal”, según ellos, que México realiza con manufactura china.
La ofensiva fue radical y muy breve porque rápidamente el gobierno mexicano, arguyó que desde hace tres años elaboró un plan de sustituciones de las importaciones de China a México y que ya trabajaba para proponerles a los gobiernos canadiense y estadounidense, para incorporar dichas medidas que realizarían México, al T-MEC.
Medida que no deja de causar daño a la economía mexicana, porque cualquier medida tendrá consecuencias negativas. Era obvio que la aplicación de aranceles del 25 por ciento a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, significaría elevar los precios de las manufacturas y reducir competitividad en el mercado, con las consecuencias que le son inherentes al proveedor en costos, empleos y ganancias.
La otra opción, la que se ha aprobado por el gobierno Mexicano y que presentara a Canadá y Estados Unidos, también tiene otros costos ¿Cómo sustituir las importaciones Chinas? México está planteando un plan a compartir con varios países de Latinoamerica la construcción de diversas fabricas para elaborar los productos que se dejaran de importar de China, porque consideran se haría más rápido con un esfuerzo de alianzas internacionales que supla los 80 mil millones de dólares en importaciones chinas que realiza México.
Lo primero será ver, si Estados Unidos y Canadá aceptan el plan de “sustitución de importaciones”, que presenta el gobierno mexicano y la otra, como se concreta, porque la producción que importa México de China es enorme y es muy difícil que en lo inmediato esa nueva fábrica produzcan.
La otra medida sería comprarle a Estados Unidos y Canadá lo que le compran a los chinos. Yo creo que no habrá de otra.