¿Cuántas van, no lo sé?

    Leonel Aguirre foto destacada FB

    ¡Otra vez, otro feminicidio! Este último mucho más indignante por su estado de embarazo, Diana murió no sólo por muerte violenta, también murió por una serie de omisiones, de diversas maneras. En primer término, la alerta de género no ha sido eficaz, la estadística respalda esta idea; en segundo término, son innumerables las quejas que se reciben por mujeres que mencionan que acuden a solicitar medidas de protección y que no son atendidas y si son atendidas no se hacen de manera oportuna y eficaz ¿Cuántos casos hemos conocido de mujeres que a pesar de tener órdenes de protección o restricción han sufrido un daño?, incluyendo la muerte.

    Nuestro país, firma cuanto tratado internacional de Derechos Humanos se le presenta, trátese de Desaparición Forzada, Derechos del Niño, contra la Tortura, contra la violencia de mujeres, entre otros. Buen paso damos con ello, al menos tenemos legislación internacional, así como también tratamiento constitucional sobre esos temas. Pero el problema no queda ahí, pues eso no basta. Necesitamos políticas públicas, infraestructura, recursos financieros, personal especializado y sobre todo voluntad política para ello.

    En el caso de feminicidio, en la práctica, no hemos avanzado tanto, a pesar del entramado jurídico internacional y constitucional. He cuestionado a sociólogos y psicólogos sobre el tema de feminicidios y en su explicación, que no me es muy convincente, me argumentan que según sus experiencias se trata de patrones de conducta de los cuales, muchos de los violentadores actúan de forma resistente a condiciones que naturalmente han venido cambiando.

    Por ejemplo difícilmente muchos de los violentadores no asimilan que hoy por hoy las mujeres están cada vez más activas productivamente hablando, es decir están laborando; se están capacitando para una forma de vida diferente, es decir ya no solo son educadas y preparadas para ser amas de casa tradicional y madres abnegadas, que lo siguen siendo, pero pueden demostrar que pueden salir adelante aun cuando su relación sentimental o de pareja no sea la adecuada y con justa razón han ganado espacios en todos los ámbitos, incluido el político y no se diga en otros ámbitos más, de ahí que muchos violentadores no soportan que la mujer demuestre que lo han superado, o, de que su pareja le demuestre que puede llevar su vida independientemente del mismo.

    No obstante, lo anterior, nada justifica que no tengamos los niveles de prevención adecuados, ni tampoco respaldar los niveles de impunidad. La violencia contra las mujeres ahí está y cada vez son más recurrentes y en algunos casos con saña inimaginable.

    Todos se echan la bolita. El Ministerio Público dice que cumplió con recibir la denuncia y que giró un oficio a la policía preventiva municipal para que le diera protección a la víctima y le echara rondines. La policía municipal dice que no tiene a los agentes suficientes ni las patrullas para que haga los rondines y le garantice seguridad a la víctima.

    Dentro de un extremo al otro, asesinan a la víctima. El primer error consiste en que una víctima de violencia intrafamiliar acude a denunciar ante las policías preventivas sobre un hecho de violencia y el victimario es detenido, rápidamente se libera por el hecho de que no hay denuncia ante el Ministerio Público. Tengo el conocimiento que, en muchos casos, al ser liberados, lo primero que hacen es volver a agredir a la víctima.

    No hemos entendido que muchos feminicidios se han concretado porque no le ponemos atención a una denuncia por una primera agresión desde el primer momento, llámese amenaza, malos tratos o lesiones leves. Esto es una cadena. De ahí lo importante que las autoridades pongan atención desde el primer momento y no hasta que se cometa un feminicidio.

    Cumplamos el compromiso como estado mexicano para prevenir, investigar adecuadamente, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.

    ¡Ni una más! ¡Ni una menos entre nosotros!

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