Esas son las palabras la indígena panameña, Efigenia Valdés, una de las sobrevivientes de la matanza, a manos de una secta religiosa, en la comarca indígena Ngäbe Buglé, provincia de Bocas del Toro, en el país de Panamá.
Este caso de integrantes de la comunidad de Altos del Terrón, salió a la luz pública a mediados de enero, luego que las Fuerzas Especiales de la Policía Nacional de Panamá realizaran un operativo gracias a uno que escapo, y donde encontraron en una improvisada iglesia, una fosa común con siete cadáveres en estado de descomposición.
La escena fue desgarradora: una mujer mujer embarazada y seis menores de entre 1 y 17 años, asesinados, además de 15 personas secuestradas.
La policía documentó que las víctimas fueron torturadas antes de ser asesinadas, presuntamente en un ritual religioso, y lanzadas a la fosa común. El Ministerio de Seguridad Pública comunicó que seis de los asesinados eran familiares de un cabo segundo de la Policía Nacional, de nombre Ananías González.
Valdés fue una de las secuestradas, quien se encontraba en la congregación de la secta que se autodenominó ‘La nueva luz de Dios’, junto a su hermano y una hermana menor.
«Apenitas yo escuchaba que decían que había que sacarle el diablo a mi hermano, a mi hermanita y a mí, que teníamos el diablo», narra la experiencia de terror.
Explica que reprochó a los miembros de la congregación y estos la pusieron de rodillas y le pegaron con la Biblia y con correas.
El día que la Policía entró a la comunidad de Altos del Terrón y, específicamente a la improvisada iglesia, encontraron a las 15 personas secuestradas, entre ellas niños que, estiman, también iban a ser asesinados.
Ese día fueron aprehendidas 10 personas, nueve adultos y un menor, como los presuntos responsables de estos crímenes.
Van contra la secta.
El fiscal Superior Rafael Baloyes ha afirmado que el Ministerio Público cuenta con suficientes elementos de convicción y testimonios que comprueban la participación de las personas investigadas.