El líder del PRI nacional, Alejandro Moreno, vino a Sinaloa en apoyo a las campañas de sus candidatos y más allá del divino folclore de las campañas electorales, que a todos anima y entusiasma, no agregó absolutamente nada más a la campaña de sus candidatos, que repetir el viejo grito de “¡¡Vamos a ganar!!”.
Las debilidades de una campaña electoral del PRI en Sinaloa las quieren resolver a “gritos y sombrerazos” sin atender lo que realmente enfrentan, y por consecuencia sin una estrategia, más que la vieja historia del vicio que arrastran de haber sido partido único del gobierno que todo lo hacía… hasta los fraudes electorales.
No cabe duda que el PRI y Mario Zamora traen todo el poder económico y político del grupo del ex presidente Peña Nieto, el grupo “Atlacomulco”, los que siempre han regenteado en todos los gobiernos a PEMEX y CFE, lo que les da una enorme fuerza y, al mismo tiempo, la soberbia que en la práctica se traduce en prepotencia, al extremo de considerarse todopoderosos y hasta brabucones, como se ha manifestado el joven Zamora en sus retos a la coalición MORENA – PAS y su candidato.
Lo que refleja una terrible equivocación de confundir el machismo con la hombría, la agresión con el respeto y la consideración de la supremacía personal, como si eso fuera el quid de la competencia electoral.
Muy difícil era que “Alito” viniera a inyectarle prudencia y respeto a su candidato a gobernador, mucho menos sustancia de un proyecto nacional, ni tan siquiera el que les inculcó la élite empresarial que los llevó a formar la coalición PRI – PAN – PRD, que al final tiraron al bote de la basura para repartirse las posiciones políticas entre los tres partidos.
Lo real es que resulta hasta ahora una campaña insustancial la del PRI, ni tan siquiera con la empatía natural que un candidato debe desarrollar con la sociedad, más allá si lo reconocen y aprecian, que ya son palabras mayores.
Mario Zamora y su equipo se equivocan creyendo que, con la prepotencia del soberbio y la provocación como iniciativa política, pensando que la tropa de publicistas e instigadores le será suficiente para ganar, comete un grave error. Allá ellos si siguen engañados.