El espiador resulta espiado; la revolución digital

    Por más que pasan los años, la conducta humana y el desarrollo político nunca dejan de asombrar, como lo que viene ocurriendo de que ahora es el aparato del estado a quien espían y no sea este a todos los ciudadanos, grupos sociales, económicos y políticos, de los cuales han almacenado expedientes por décadas.

    Tanto es así, que después de los sucesos de 1968, TELMEX, la vieja empresa que nacionalizó Miguel Alemán, fusionando las empresas ITT y ERICSON en 1947, decidió computarizar todo su sistema telefónico que, desde entonces, toda conversación se graba en el país, existiendo aún un testigo mudo en los sótanos de un viejo local de TELMEX, en Culiacán, ubicado por la calle Escobedo, casi esquina con Obregón, con una computadora que ocupa casi 400 metros cuadrados, donde se graba, desde entonces, todo lo que se habla por teléfono en Culiacán, como lo escribió el día de su inauguración don Mario Montijo.

    Por eso resulta muy extraño que ahora el espía resulte espiado y que el que construía los fantasmas de las leyendas políticas, sea quien sufre ahora tales prácticas.

    Es cierto que existen muchos aparatos que ha desarrollado la ciencia y la tecnología en materia de comunicaciones, y el clímax ha llegado en esta era de digitalización, tanto que el mercado se ha abierto para particulares, pero, indiscutiblemente que es el gobierno quien siempre ha llevado mano en ello.

    Seguramente existen múltiples centros de ese tipo, incluso de grupos de activistas, empresarios, delincuenciales y políticos también por supuesto, pero llegar al límite de que algunos estén por encima del gobierno es difícil de creer.

    Es como llegar a afirmar que, sí es cierto que ahora “los patos les tiran a las escopetas”, algo difícil de aceptar cuando se sabe perfectamente que existe cómo identificar, combatir y deshacer su existencia, en tiempos donde todo se sabe, incluso cuando aún no lo hayan hecho.

    Por eso, el melodrama que se ha armado en torno a una supuesta guerra cibernética es para estigmatizar y construir cortinas de humo en torno a campañas “negras” o guerra sucia en la contienda electoral para exacerbar ánimos y aprovechar para desacreditar algún frente político.

    En el mundo actual, donde te graban y te filman estés donde estés, donde todo queda registrado y la vanguardia en todo ello la tiene el gobierno, porque se considera como un aspecto para regular la gobernabilidad, resulta un absurdo la guerra de sitios y transmitir información falsa, precisamente porque ya no hay secretos, vivimos en un mundo de cristal.

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