COVID: la tercera ola

    Quién lo iba a imaginar, por allá en el mes de febrero, cuando declinaba el invierno sinaloense y se hablaba de una tercera ola de Covid-19 en varios países por el surgimiento de nuevas variantes del virus, como Inglaterra, India y el cono sur de nuestro continente, que en Sinaloa y en México nos estallaría en las manos por las elecciones.

    Sí, desde febrero, cuando empezó a declinar la segunda ola, que había sido más extensa y brutal en los daños a la población, con muchos más contagiados y muertos que en la primera, todos los estados del país, uno tras otro, fueron bajando su intensidad de incidencia de la pandemia, hasta prácticamente llegar al semáforo verde y creer que salimos de la pandemia.

    24 semanas consecutivas llegó a contabilizar la Secretaría de Salud de tendencia a la baja en infectados, hospitalizados y muertos, que hasta hospitales COVID empezaron a ser desmantelados e, incluso, los contratos al personal anti Covid-19, contratados exprofeso, los hicieron para concluir el 30 de junio.

    El país, en todos lados, la sonrisa y el optimismo crecía al paso de los días, tanto que prácticamente ya no hubo límites y las medidas precautorias poco a poco se fueron relajando casi hasta desaparecer, pero el monstruo no había muerto y, después de todo, el ruido social y político de las campañas electorales empezó a despertar al grado que ahorita nos encontramos a las puertas de la pronosticada tercera ola, que le acompañan signos más agresivos y preocupantes que la primera y la segunda ola.

    Al normalizar la vida en el país, relajar las medidas preventivas anticovid y darle rienda suelta a la vida social y, en especial, a la política electoral, al parecer ha echado abajo todos los avances, y el país tendrá que regresar a condiciones de emergencia, como en la primera y segunda ola.

    Se ignoró prácticamente por todas las autoridades del país, que ningún gobierno en el mundo había declarado “bandera blanca” contra el COVID y que aún los eventos más trascendentales del mundo, que concentran a todas las naciones, como las olimpiadas 2020 que se pospusieron para el 2021 fueron restringidos, mucho menos la OMS, que advertía rebrotes y el surgimiento de nuevas cepas del virus en Inglaterra y la India.

    Se ignoró todo y no se advirtió el riesgo, tanto que se desató la movilización política más grande de la historia, como fueron las elecciones 2021, donde no hubo límite ni control de nada, movilización que ha provocado el rebrote de la pandemia y el surgimiento de la tercera ola en México.

    Todos los días, en todos los estados del país, está repuntando el crecimiento de la misma, tanto que en una semana creció la pandemia un 16 por ciento, y de nuevo medicamentos, hospitales y funerarias empiezan a elevar su demanda.

    Simplemente hagamos un ejercicio en Sinaloa e imaginemos el nivel de contagio que ya existe en los hogares sinaloenses. En las campañas electorales, de todos los reportes de los 9 candidatos a gobernador, se calcula que reunieron un millón de personas entre todos, que los candidatos a presidentes municipales, diputados y regidores reunieron otro medio millón, más el millón cien mil que fueron a las casi 6 mil casillas, cabe preguntarse ¿Cuánta gente se reunió en el país en estas últimas ocho semanas? Bueno, hay quienes estiman que bien se pudieron reunir más de 60 millones en los 32 estados.

    Y si traemos al escenario la cepa inglesa y la cepa de India, que son entre 2 y 3 veces más contagiosas, letales y que llegan a los niños y gente joven ¿Qué podemos esperar?

    Ojalá y no sean así las cosas, pero los síntomas que ya están presente no presagian nada bueno, aunque haya vacuna y medicamente. Necesitamos subir la guardia otra vez.

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