Para el amigo Luis Alberto Díaz, un fuerte abrazo ante la pérdida de su querida hermana Mirna, que en paz descanse.
Pareciera que ya nada nos asombra, y al parecer ni asusta, de la pandemia, pero el hecho de que dos niños y un adolescente (menor de edad) hayan muerto aquí en Sinaloa de nuevo nos coloca en pánico, porque si hoy hay un grupo de habitantes en la indefensión contra la pandemia son los niños y adolescentes menores de 18 años, precisamente el grupo de población más grande de nuestra sociedad.
Y están en la indefensión precisamente porque el único remedio eficaz contra el COVID-19 es la vacuna, y esta no existe para los menores de 18 años, cuando la situación empeora con virus más agresivos que ya se expanden en Sinaloa y el país.
En los últimos seis días el nivel de contagios no ha bajado de 12 mil por día y ya se ve con ese número de casos, las hospitalizaciones y las muertes, que vamos rápido a otro periodo de excepción que nadie desea, porque puede ser la puntilla para todos en todo.
Y solo están vacunados 21 millones de habitantes, de los 127 millones que vivimos en México, y para los más de 40 millones de niños y adolescentes aún no hay nada. La pandemia emerge, quizás peor.
Por eso resulta absurdo hablar del “indiscutible” regreso presencial a clases en agosto, y a la inversa, todos debiéramos actuar como lo hacen algunos empresarios que se auto restringen y limitan en aras de que la catástrofe no nos explote en las manos.
¿Qué es lo peor que nos puede ocurrir en esta oleada del COVID-19? Precisamente que ataque y lastime a nuestros niños, como está ocurriendo con los tres casos recientes.
Y si se ven de cerca cada uno de ellos y se estudian las fases del proceso hasta su muerte, se observarán descuidos, negligencias e ineptitudes que prenden los focos rojos para las autoridades (no sé de qué otro color se puede poner), porque existe una cadena de hechos que reflejan las debilidades del sistema de salud, empezando por la falta de pruebas oportunas PCR, sí, otra vez hacen falta pruebas oportunas, y eso es para empezar.
También cabe observar que no es cierto que los de la tercera edad ya no están falleciendo ¡Claro que sí! Y son la mayoría, por lo que no se debe bajar la guarda por nadie.
El choque pandémico que estamos viviendo sugiere, y recomienda, la necesidad urgente de una nueva “cuarentena” pactada entre todos, de dos o tres semanas, que permita visualizar un plan gradual de contención y no se pretenda, por “nuestros gobernantes”, seguir con ocurrencias.
Por último, no me voy a cansar de insistir ¿Por qué nuestros diputados no exigen cuentas al gobierno del estado sobre la pandemia? ¿Por qué tan solo discuten tomar medidas para que “su edificio” no se contagie? Y sobre la sociedad, pregunto ¿Qué hacen?