Se nos acaba el 2022, y aunque faltan algunos días, ya hay mucho de qué hablar de los gobiernos y los actores políticos, sobre todo visualizar cómo viene el 2023 y qué se puede cambiar para ser mejor.
Del gobierno estatal ya escribimos bastante previo a su primer informe de gobierno de Rubén Rocha, y esperamos el 2023 para continuar lo que se desprendió de dicho informe. En síntesis, fue un año de gobierno, lo dijimos, opaco, sin proyecto y sin perspectiva clara, con un gobernador más dado a la retórica que a la sustancia, y sin hacerse cargo de sus deficiencias.
En lo que respecta al poder legislativo, después de que en la LXIII Legislatura, que encabezó Graciela Domínguez Nava, encaró reiteradamente al gobernador Quirino Ordaz, tanto que la acosaron, la presionaron y hasta acudieron al gobierno federal para alinearla y ni así lo lograron, mientras que a partir de la LXIV Legislatura, que encabeza Feliciano Castro, se ha convertido en un aliado del gobernador Rubén Rocha a quien cumple sus deseos políticos y olvida las obligaciones del contrapeso institucional que significa la cámara de diputados.
Hicieron el gobernador Rubén Rocha y Feliciano Castro “el uno dos” en contra de Héctor Melesio Cuén, el primero obstáculo político (según ellos) que había que desplazar cuando fue su principal aliado político del gobernador en la campaña, tanto que no solo lo acosaron para que renunciara a la secretaría de salud, sino que cooptaron a varios de los pasistas que habían llegado a diputados, regidores y hasta presidentes municipales.
Expulsado del gobierno Héctor Cuén, luego luego fueron por Jesús Estrada Ferreiro, quien desde 2018 había arribado al gobierno de Culiacán y lamentablemente había resultado un fracaso, lo mismo que El Químico Benítez, convertido ya en su cuarto año de gobierno en Mazatlán en un cretinazo que cometía desatinos al por mayor en su gobierno y a quien, quién sabe por obra de quién, el gobernador lo hizo secretario de turismo y no sufrió la defenestración que le tocó a Estrada Ferreiro.
Y para rematar, Feliciano Castro, como líder del congreso y la mayoría de diputados, le dio por borrar con el codo lo que Graciela Domínguez había construido, una fiscalización del gobierno que no permitió que Quirino Ordaz legitimara el desaseo administrativo y darle carta de naturaleza a la corrupción.
A Feliciano Castro se le olvidó lo que luchó Graciela Domínguez, lo que enfrentó y la gran batalla que dio. No, el señor diputado, como la vieja iglesia católica, empezó a entregar indulgencias a Quirino Ordaz, ya convertido en embajador en España por obra y gracia de nuestro señor presidente.
Tanto fue así, que obvió el congreso del estado (Feliciano Castro) que estaban en litigios las cuentas del 2017 y 2018, que había impugnado Quirino Ordaz los fallos de la anterior legislatura, que le importó un cacahuate tal hecho y le aprobaron las cuentas de 2019 y 2020, y sucede que hace unos días la Suprema Corte falló contra Quirino Ordaz, que no tenía por qué vetar la publicación de los decretos de los diputados, y ahora se preguntan todos ¿Qué pasará con las cuentas públicas del 2017 y 2018?
Pero así como avalaron las cuentas del exgobernador, reprobaron las de los 18 municipios, cuando un solo renglón de irregularidades de Quirino representa un monto muy superior a todas las irregularidades municipales.
Ah, pero el exgobernador Quirino tiene la bendición del señor presidente y los pobres diablos de los presidentes municipales, pues con ellos nos entretenemos y “le tapamos el ojo al macho”. Así anda la diputación.