No, Santa Lucía no es un fracaso… es todo un desastre y un estigma que perseguirá a MORENA, a AMLO y a la 4T hasta el final de los días, porque ha sido la decisión más insensata, descabellada e irresponsable con la que empezaron y sellaron su gobierno.
Muchos, poco a poco, irán olvidando su triunfo electoral y epopeya política del 2018, pero para siempre quedará grabado, ya sea por las ruinas de Texcoco o por los 500 mil millones de pesos perdidos, pero será el signo del cambio prometido.
20 años duró el debate sobre la construcción del aeropuerto de Texcoco, y después de lograr la decisión de construirlo, se dio el cambio político y su destrucción.
En realidad, Santa Lucía (Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles) no representa nada más que el pretexto para destruir, según la 4T, al símbolo del peñanietismo, el estandarte de la corrupción.
Hoy no hay ninguna duda sobre que Santa Lucía ha sido tan solo el pretexto para cubrir el gran desaguisado que representó la destrucción del proyecto de Texcoco.
Por cierto, un pretexto que hoy en día nadie con la mínima responsabilidad técnica y económica avala este nuevo aeropuerto, como bien lo escribe nuestro amigo Jesús Ramírez Stabros, exdirigente de la ASPA (Asociación Sindical de Pilotos y Aviadores), cuando se refiere a la inauguración de Santa Lucía el día de hoy, “por supuesto dicho acontecimiento será utilizado para recordarle a los ciudadanos que deben votar porque el gobierno de la modernidad siga tomando decisiones apartadas de toda razón”, y continúa “así seremos testigos de una de las mayores infamias, y sin duda de unos de los más grandes desfalcos que México ha sufrido en su larga historia gracias a las malas decisiones, los grandes complejos de inferioridad, las trampas, la mentida, la terquedad, la arrogancia y la psicología del derrotado que sentenciaba Octavio Paz”.
Allá quedarán en la terminal número 1 del aeropuerto de la Ciudad de México las pobres mujeres y hombres sobrecargos de la que fuera la aerolínea más grande de México y propiedad del gobierno, que de tanto esperar a la justicia mexicana, hoy son casi ancianos todo ellos, después de 25 años de esperar su liquidación, sobreviviendo de limosnas y los apoyos de quienes los ven en los viejos mostradores de MEXICANA, consumiendo el poco aliento que les queda.
Ah, pero no hay dinero para liquidarlos y si para gastar en destruir un nuevo aeropuerto y construir otro, aunque sirva para poco o nada.
Finalmente, un abrazo amigo Jesús, y ánimo, recuerde usted que los vientos siempre cambian, son como la vida misma. Saludos.