Hace un año, cuando el presidente López Obrador presentó sus reformas constitucionales sobre energéticos, particularmente sobre la industria eléctrica, después del error de votar la ley de energía eléctrica en marzo y que los tribunales consideraron inconstitucional, el presidente decidió enviar esas reformas constitucionales, para las cuales ocupaban 55 votos de diputados de la oposición, a lo que el PAN y PRD resolvieron que votarían en contra, mientras que el PRI pospuso su decisión, sobre lo que pronosticamos que si el PRI apoyaba a AMLO y MORENA significaría su extinción y que para prevalecer no tenía de otra mas que mantenerse con la oposición, como ocurrió en marzo pasado.
Previo a eso, el PRI jugó con una relación de su líder “Alito” Moreno y el presidente López Obrador, en un juego obvio que el priista pretendía un acuerdo electoral con MORENA que le permitiera una o más gubernaturas de las 6 que estaban en juego, relación que cortó MORENA de tajo al llamar a votaciones sobre las reformas eléctricas y allí se abrió una guerra sucia contra el líder del PRI, que diez días después de la elección lo han colocado las cabezas más visibles de ese partido en el banquillo de los acusados, de donde seguramente no tendrá otra salida más que su separación del cargo.
Los expresidente del PRI Claudia Ruiz Massieu, Carolina Monroy, Beatriz Paredes, Humberto Roque, Pedro Joaquín Coldwell, Manlio Fabio Beltrones y el exsecretario de gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, enviaron una carta al presidente del PRI, Alejandro Moreno, para discutir la crisis de su partido y esta se llevó a cabo ayer martes, sin saber aún los resultados de la misma, pero donde no veo ningún principio de soluciones si no lo relevan de inmediato.
El punto de partida del PRI es la salida, primero que nada, de su dirigente. Encontrar soluciones a problemas políticos no es fácil, menos la crisis de un partido político y peor aún, el caso del PRI, y sin embargo, si quieren subsistir y recuperarse necesitan decisiones radicales y más aún con alguien que vendió su alma al diablo.
Si, porque Alejandro Moreno no pasa por una crisis poselectoral de su partido, el pasa por una crisis moral de un vulgar mercader de la política que lo atraparon con todas sus malas jugadas, y que si el PRI lo sostiene como su dirigente les seguirá lloviendo todo el lodo y el agua sucia en la que se batió “Alito” Moreno.
Hay quienes dicen que Alejandro Moreno no saldrá de la dirigencia del PRI porque tiene todos los controles del aparato del partido y que va a negociar con todos los expresidentes con posiciones diversas que les repartirá, como serían candidaturas, puestos en las dirigencias y comisiones políticas.
Puede que así lo intente e incluso tenga éxito, pero lo único que va a lograr será arrastras a todos los priistas y al partido mismo al lodazal en el que está metido, y con ello darle la victoria a AMLO y MORENA que no obtuvieron con la reforma eléctrica, colocando con ello contra la pared a la coalición opositora.
Es obvio que la coalición opositora PRI, PAN y PRD fuera a la pelea con MORENA en las pasadas elecciones como rehenes del PRI, precisamente por haberse metido el dirigente Alejandro Moreno en ese lodazal de acuerdos con el presidente López Obrador, de donde salió totalmente derrotado y propició que la coalición opositora no fuera con candidatos comunes en todos los estados, representando este hecho uno de los factores de la derrota de la coalición en la mayoría de los estados.
Por eso es clave lo que decida el PRI en estos días, de si se mantiene en la lucha contra AMLO y MORENA o se detienen por completo en ser parte del gobierno de López Obrador.
Las repercusiones en la coalición opositora ya se vivieron en las elecciones pasadas, pero estas pueden ser peores si el PRI define su claudicación y clausura. Ya veremos.