AMLO – Sheinbaum: ¿El poder detrás del trono?

    Foto: Especial.

    No sabemos aun lo que trataron ayer lunes el presidente López Obrador y la presidenta electa Claudia Sheinbaum, pero si sabemos que es un encuentro que viene del desencuentro de la semana pasada, producto del freno que la presidenta electa puso a el inicio del plan “C” de AMLO, con el argumento de que dichas reformas constitucionales (la de la Suprema Corte, la Electoral y la del INE), deberían transitar por una discusión abierta para estimar su viabilidad y lo que se podría hacer al respecto.

    Claro y contundente fue que Ignacio Mier, coordinador de los diputados federales de MORENA habiendo anunciado el jueves por la mañana que el plan “C” empezaba su proceso legislativo desde ahora, por la noche el mismo Mier, declaraba que sería hasta septiembre cuando se abriría dicho proceso, después que la presidenta electa se opuso a iniciarlo ahora.

    La primera consecuencia resultó que el presidente López Obrador, anunció para ayer lunes, el primer encuentro con la presidenta electa lo que pudiendo ser casual y normal resulta un probable “golpe en la mesa” de parte de López Obrador, cuando el mismo presidente anunció un día antes dichas reformas fustigando a las “clases medias” de que están detrás de la inestabilidad del peso con compra de dólares lo que provoca que el dólar se encarezca.

    Ya el viernes pasado, en nuestra columna “La ruptura”, adelantamos que había expresiones que parecían el inicio de la ruptura en todo proceso de sucesión presidencial y que el último periodo con esas características, fue en 1928-34, cuando Plutarco Elías Calles impuso a tres presidentes en seis años, luego de ser el primer sospechoso del asesinato del general Álvaro Obregón, presidente electo ya para ese periodo, creándose así “el maximato” al que le pondría fin el General Lázaro Cárdenas en 1934 al expulsar del país al general Plutarco Elías Calles.

    Y lo señalamos porque hay múltiples hechos y expresiones en la historia nacional que reafirman que el poder presidencial “no se comparte, se ejerce” y que la principal víctima es el presidente que sale.

    Muchos creen que ese valor entendido en el uso del poder presidencial no opera para AMLO, porque el presidente es un político “fuera de serie” y que las reglas escritas y no escritas, no aplican para el por lo que será “el poder detrás el trono” de Claudia Sheinbaum instalando con ello un nuevo “maximato” lo que seguramente va a fracasar y paradójicamente será el “Waterloo” de AMLO a manos de Sheinbaum.

    Ya las diferencias están marcadas. Mientras la presidenta electa envía señales para estabilizar el país después de las elecciones tan complicadas, enviando mensajes a los mercados financieros e inversionistas con la continuidad del secretario de hacienda Rogelio Ramírez de la O, el presidente López Obrador fustiga y amenaza a quienes están comprando dólares, que él no lo detendrá y continuara su obra reformadora como lo sostiene con su plan “C”.

    Y la diferencia está desde el lunes 3, cuando ya era prácticamente presidenta electa Claudia Sheinbaum, hizo a un lado el boato y la cortesanía impregnada de culto a la personalidad que ha caracterizado a AMLO, así como también su cortesía diplomática, agradeciendo a todos los gobiernos que la han felicitado e incluso, hablando personalmente con algunos mandatarios, como una clara expresión de cambio de estilos por lo menos, sin olvidar que en política “la forma es fondo”.

    No sé si conocerán en los trascendidos el contenido, los ánimos, los acuerdos y las diferencias de la reunión de ayer lunes, pero de lo que si estamos seguros es que no se trató de mera cortesía presidencial. Y sostengo ¿es factible la ruptura? Yo creo que sí.

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