El mismo mes de abril de 1919, en que era asesinado, Emiliano Zapata, uno de los líderes militares y campesinos más importantes de la Revolución mexicana y un símbolo de la resistencia campesina en México, nació Antonio Toledo Corro, en la ciudad de Escuinapa de Hidalgo, el 1 de abril de 1919, dos años después del nacimiento de la nueva Constitución Política que nos rige actualmente y que fue lograda por el Constituyente Mexicano, reunido en el Teatro de la República, en la ciudad de Querétaro. Sus padres fueron Natividad Toledo, un viejo hacendado del sur de Sinaloa y Francisca Corro Jiménez.
Desde su niñez, aprendió las duras tareas del campo, al lado de su padre, pues a los nueve años ya trabajaba con sus primos para Natividad en la Hacienda de La Campana, donde llegó a ser apuntador de ganado. Para ello, el joven Antonio Toledo Corro, “se presentó un buen día con una libreta en la mano, siendo cuestionado por su padre, que para que quería la libreta, si se trataba de ayudarle al toro a montarse en las vacas”.
Así aprendió la tarea de ser apuntador, cosa que el mismo Toledo Corro, festejaba como una de sus anécdotas preferidas. Siendo un joven, también se dedicó al comercio ambulante, pues era “varillero”, vendió pan y dulces. También fue ayudante de barretero en una mina y arreador de ganado.
Así transcurrieron los primeros años de Antonio Toledo Corro, en una casa ubicada por la calle “Centenario” de su pueblo Escuinapa, al lado de sus nueve hermanos. Hizo sus estudios de primaria en la escuela José G. Gutiérrez y parte del bachillerato lo hizo en Estados Unidos y también realizó una carrera comercial por correspondencia.
Uno de los pocos periodistas de Sinaloa como lo es Mario Martini, a quien Antonio Toledo Corro, contó parte de su vida, escribió que la situación imperante en Estados Unidos y que contagió a México, aunado a la mala administración y a los dispendios en la familia de don Natividad, hizo que perdiera 30 mil cabezas de ganado y grandes extensiones de terrenos frente al mar, conocido como el predio de “Las Cabras”.
Por ello, ésta situación influyó en el carácter de Antonio, quien se propuso recuperar esas tierras a través del trabajo intenso y la política. Enrique Pérez Arce, fue sucesor del general Pablo Macías Valenzuela en el Gobierno de Sinaloa. Era el año de 1950, Manuel Lazcano y Ochoa quien fue diputado local, Procurador General de Justicia y Secretario General de Gobierno, narra en un pasaje de su libro “Una vida en la vida sinaloense”, a finales del gobierno de Pablo Macías Valenzuela, este fue convocado a un acuerdo presidencial con el Presidente Miguel Alemán para analizar el caso Sinaloa.
“Se decidió la candidatura de alguien que no estaba en los ánimos de los grupos políticos locales, la del licenciado Enrique Pérez Arce. En esa sucesión gubernamental, sonaban para el cargo el senador Fausto A. Marín y el Coronel Enrique Riveros”.
Cuando Alemán recibió a Pablo, el presidente le hizo un comentario: «bueno, pues hay un abogado muy brillante que se destacó en la Revolución y que anduvo con el general Ángel Flores. Ahora es ministro de la Corte. Es un orador muy bueno. Es un intelectual. ¿No ha oído hablar de Enrique Pérez Arce?. La respuesta de Macías Valenzuela fue “ Señor presidente, con el debido respeto, pero mejor nombre usted, al señor Obispo”.
Por cierto, Toledo Corro, llegó a la diputación, gracias a la decisión de Pablo Macías Valenzuela. Antes de morir Guillermo Barraza, quien era proveedor del Gobierno de don Pablo, nos narró que en abril de 1950, había recibido la visita de Sánchez Celis, quien venía acompañado del joven político Antonio Toledo Corro. ¿Cómo te fue con Don Pablo?, le preguntó Barraza a Sánchez Celis. La respuesta de Polo fue “muy bien, Memo, inclusive el gobernador me regaló equipos de bandas de guerra para las escuelas, para que las distribuya, pero no me dio oportunidad de plantearle lo de mi compadre Toño”. “El quiere ser diputado por su pueblo allá en Escuinapa.
Imposible le reviró el popular Guillermo Barraza; la diputación ya está dada a José Palomares. Pues de eso quiero hablarte Memo, pues aquí traigo un periódico donde Palomares, le echa al Gobernador. A ver Polo, dame el periódico y aquí espérame. Barraza dejó a Polo y a Toledo en su oficina, mientras aquel subía al despacho del gobernador en el segundo piso y ya frente a don Pablo, le mostró el periódico.
Él se encolerizó por la publicación y le comentó a su funcionario. Dile al Presidente del partido que borren de la lista a Palomares, lo cual aprovechó Barraza, para sugerirle el nombre del Escuinapense Antonio Toledo Corro, quien finalmente fue diputado en esa histórica legislatura.
En realidad el gobierno de Pérez Arce fue un desastre y las cosas no marchaban bien. Constantemente se le atacaba en la prensa nacional y sobre todo porque había tomado partido en la sucesión presidencial, donde disputaban la candidatura presidencial del PRI, el Jefe de Gobierno del Distrito federal, Fernando Casas Alemán y el Secretario de Gobernación, Adolfo Ruíz Cortínez.
En una ocasión Antonio Toledo Corro, me hizo un comentario respecto a la caída de Pérez Arce. “No era bien visto en Gobernación y además jugaba en el equipo contrario”, por lo que el 26 de febrero de 1953, el Congreso del Estado, aceptó la solicitud de licencia, misma que al decir de Toledo Corro, no se encuentra anexa al expediente en el Congreso”, pues “ yo la tengo en mi poder desde el día en que se firmó por Pérez Arce” y forma parte de los archivos privados que dejó el exgobernador Antonio Toledo Corro.
Presionado por Gobernación y la conjura política encabezada por Sánchez Celis y Toledo Corro, el gobernador Enrique Pérez Arce, se vio obligado a solicitar una licencia para separarse del cargo y El Congreso del Estado, representado por la XL Legislatura, hizo uso de la facultad de nombrar a un gobernador sustituto, como lo fue Rigoberto Aguilar Pico, para dar respuesta a la solicitud de licencia.
La Legislatura estaba integrada por los diputados: José A. Burgueño por el Distrito de Ahome; Emiliano Ceceña Gámez por el Distrito de El Fuerte; Félix Enrique de Saracho por el Distrito de Choix; Joaquín Duarte López por el Distrito de Culiacán; Antonio Espinoza Jr. por el Distrito de Guasave; Gonzalo Padilla Martínez por el Distrito de Cosalá; Ricardo Riveros por el Distrito de Mocorito; Ramón Rodríguez por el Distrito de Concordia; Guillermo Ruiz Gómez por el Distrito de San Ignacio; Leopoldo Sánchez Celis por el Distrito de Mazatlán; Eduardo Solorio Gámez por el Distrito de Sinaloa; Manuel Sosa Campaña por el Distrito de la costa de Culiacán; y Antonio Toledo Corro por el Distrito de El Rosario y Escuinapa.
Como buen emprendedor, Antonio Toledo Corro, fundó una empresa llamada “Tractores de Occidente” y la ubicó a la salida sur del puerto de Mazatlán, en la Colonia Urías. También cultivaba una muy buena amistad con el Coronel José García Valseca, dueño de la cadena de “Los soles” y por ello, aceptó dirigir los periódicos que la cadena editaba en Sinaloa.
Pasado el tiempo y ya para el año de 1957, Gabriel Leyva Velázquez en el poder, Antonio había hechos muy buenas relaciones con los grupos empresariales del puerto de Mazatlán, entre ellos el Grupo 33, dirigido por su amigo José Rico Mendiola, lo que permitió que llegara a la presidencia municipal en el primer trienio de Leyva, su amigo Héctor González Guevara.
Luego el candidato natural para Mazatlán lo era el propio Antonio Toledo Corro y así fue alcalde en el segundo trienio de 1960 a 1962, mientras su compadre del alma, Leopoldo Sánchez Celis, era electo senador de la república y un fuerte aspirante al Gobierno de Sinaloa.
Otros sinaloenses que aspiraban a suceder a Gabriel Leyva Velázquez, eran el prestigiado guasavense Raúl Cervantes Ahumada, José María González Urtusuástegui, quien era director de la Lotería Nacional y el Dr. Fernando Uriarte, que fue rector de la Universidad de Sinaloa en el periodo 1959 a 1962. Era sabido que entre Leopoldo Sánchez Celis y Antonio Toledo Corro, habían hecho un pacto, comprometiéndose ambos a que primero el cosalteco Leopoldo Sánchez Celis, buscaría la gubernatura y posteriormente lo haría Antonio Toledo Corro, con el apoyo de su compadre.
Su paso por la alcaldía de Mazatlán fue extraordinario, se dedicó a atender los servicios públicos, especialmente el de la basura. Para ello el Ayuntamiento adquirió una flotilla de carros de la basura. Además hubo mucha obra material y se propuso construir una unidad popular de vivienda, a la que se le impuso el nombre de Adolfo López Mateos. A su inauguración vino el Presidente López Mateos, quien declaró a Antonio Toledo Corro, como el mejor presidente municipal del país. Toledo pues, se sentía con agallas para disputarle la candidatura del PRI al senador Leopoldo Sánchez Celis.
Entre sus apoyos políticos contaba con el de José Gómez Huerta, Jefe del Estado Mayor Presidencial de Adolfo López Mateos y para ello maniobró para llevar al líder campesino Francisco Alarcón Fregoso, a la Secretaría General de la Liga de Comunidades Agrarias de Sinaloa. El 2 de mayo de 1962, año en que se celebraron las elecciones constitucionales, don Antonio presentó su solicitud de licencia al Cabildo de Mazatlán y en su lugar fue designado para terminar el periodo, Luis Zúñiga Sánchez. Así se rompió el pacto entre Leopoldo y Toledo Corro.
La afrenta de Toledo Corro de haberle disputado la gubernatura, provocó que el gobernador Sánchez Celis, ordenara al tesorero, Alfredo Valdes Montoya, que mandara un equipo de auditores a Mazatlán, para revisar las cuentas de la administración municipal de Toledo. Para ello, por conducto del director de Ingresos, Ramón Monárrez de la Rocha, se comisionó al joven José Luis López Uranga, quien se trasladó a Mazatlán y buscó revisar la contabilidad de la administración toledista, pero esta estaba en completo orden y no encontró elementos de prueba para acusar penalmente a Toledo.
Así lo hizo saber al gobernador Sánchez Celis, quien le preguntó ¿Qué encontraste? Y la repuesta de López Uranga, fue “nada señor gobernador. Las cuentas están en orden” a lo que Sánchez Celis repuso, “ Te mandé para que encontraras algo”. Luego el joven contador salió del despacho del Gobernador y le informó de lo sucedido a su jefe, Ramón Monárrez y juntos fueron a ver a Alfredo Valdés Montoya, a quien le explicaron el resultado de la auditoría. No te preocupes le dijo el tesorero del estado a López Uranga. Finalmente este renunció a su trabajo en la tesorería y se incorporó al Grupo Madero.
Nuevamente, el gobernador mandó a otro equipo de auditores y después de haberse hecho las denuncias correspondientes ante el Ministerio Público, se consignaron los hechos y la Procuraduría General de Justicia, a cargo de Manuel Lazcano y Ochoa, obtuvo una orden de aprehensión en contra del expresidente municipal Antonio Toledo Corro, quien al saber de las acciones en su contra para aprehenderlo, tuvo que huir del estado, protegido por su amigo Marco Antonio Arroyo Camberos.
Cuando se tuvo conocimiento de la salida del estado, el procurador Manuel Lazcano y Ochoa, fue muy temprano a la Casa de Gobierno a informarle al gobernador de lo sucedido y de que no se había podido ejecutar la orden de aprehensión. “No te preocupes Manuel. El propósito ya se cumplió. La idea era solo darle un susto a mi compadre”.
Habiendo abandonado el estado, Antonio Toledo Corro se refugió en Baja California, donde se dedicó a la industria de la leche y a la operación de una línea aérea. Luego conoció a José López Portillo, cuando este era funcionario en la Secretaría del Patrimonio Nacional, luego en la oficina de la presidencia de la república y en la Dirección de la Comisión Federal de Electricidad.
También tuvo una gran amistad con Carlos Sansores Pérez, quien fue gobernador de Tabasco, estado al que invitó a don Antonio para abrir miles de hectáreas al cultivo, con un extraordinario programa de desmontes. Con la elección de su amigo José López Portillo, como presidente de la república, fue invitado a ser diputado federal y coordinador del grupo de la CNC en la Cámara de Diputados, cargo al que tuvo que pedir licencia para aceptar la invitación presidencial para hacerse cargo de la dirección de Servicios Ejidales, S.A.
Con ocasión del Día de la Bandera el 24 de febrero de 1978, el presidente de la República, José López Portillo, le comunicó al gobernador Alfonso G. Calderón, que se preparara pues iba a visitar el Fuerte y ahí iba a ser la ceremonia del Día de la Bandera. Don Alfonso me llamó a su despacho y me ordenó hacerme cargo de los preparativos de los contingentes venidos de todas las sindicaturas y de la cabecera municipal, así como de la ceremonia, la cual se desarrolló bajo la supervisión del Estado Mayor Presidencial.
Cuando el avión presidencial aterrizó en la pista municipal de El Fuerte, Antonio Toledo Corro venía acompañando al Presidente López Portillo. Ahí estaba muestreando el presidente ante los sinaloenses a Antonio Toledo Corro. Meses más tarde, fue designado Secretario de la Reforma Agraria.
Un año más tarde, por allá en abril de 1979, con motivo de las convenciones de diputados federales, el CDE del PRI, envió como Delegado Especial al puerto de Mazatlán, a Roberto Soltero Acuña, para presidir la Convención Distrital Ordinaria, para elegir a Héctor González Guevara. En una comida celebrada en el Restaurante Rolf, González Guevara le hizo un comentario a Antonio Toledo Corro, sobre la conveniencia de llevar a Roberto Soltero Acuña, a la presidencia del PRI en Sinaloa.
Ejecutivo como era Don Antonio, ordenó a su ayudante que lo comunicara con Gustavo Carvajal Moreno, Presidente del CEN del PRI. La llamada no se logró pues, Carvajal Moreno estaba fuera del país. Con esta actitud, don Antonio quiso repetir la historia de 1962, cuando metió a Pancho Alarcón a la Liga de Comunidades Agrarias y se le hizo fácil, el tratar de hacer un cambio en la dirigencia del partido, a cargo de Jesús E. Hernández Chávez. Cabe hacer notar que con motivo del cambio de la Liga de Comunidades Agrarias, Don Antonio Toledo Corro, apoyó a Adrián González García, quien perdió ante Homobono Rosas Rodríguez, apoyado por el gobernador Calderón Velarde.
Entonces Roberto Soltero Acuña, le explicó que no era necesario hacer esos movimientos y que en todo caso ya llegado el momento del destape, el candidato debería hablar con don Alfonso y podría solicitar la comisión de Soltero, cosa que aceptó don Antonio, no sin antes pedirle a su amigo, Héctor González Guevara, que se mantuviera en contacto con Roberto Soltero, pidiéndole además que se preparara con los itinerarios de campaña y que quería que lo llevase por todo el estado, durante el periodo de la campaña.
El 28 de abril de 1980, Gustavo Carvajal Moreno, Presidente del CEN del PRI, dio a conocer que los sectores del partido en Sinaloa, se habían pronunciado a favor de Antonio Toledo, para ser el candidato a la gubernatura. Trataron de disputarle la candidatura, Salvador Robles Quintero, Lázaro Ramos Esquer, Gilberto Ruiz Almada, Alfonso Cebreros Murillo y el infortunado Óscar Orrantia. Aunque el tesorero Roberto Wong Leal también se calentó por la candidatura, don Alfonso no lo incluyó en la lista que le entregó al Presidente José López Portillo.
En efecto, Antonio fue recibido en la capital del estado y después del evento desarrollado frente a la sede del CDE del PRI, llamó a su despacho a Roberto Soltero Acuña, y le entregó el nombramiento como Coordinador de Transportes, con la responsabilidad de llevar al candidato a todos los eventos de campaña celebrados en el estado.
Luego del periodo de campaña, vino la elección constitucional y Antonio Toledo Salió electo con 201 mil 449 votos. Por cierto, don Alfonso que nunca se llevó bien con el candidato Toledo Corro, llegó a decir, “si Toledo quiere más votos, que me los pida”. Toledo no los solicitó y se dedicó a preparar su gobierno.
En el ejercicio de las tareas de gobierno lo acompañaron, Marco Antonio Arroyo Camberos, quien fungió como Secretario General de Gobierno, hasta su muerte. Luego vendrían Jorge Romero Zazueta y Eleuterio Ríos Espinoza; en la Secretaría de Finanzas, José Ramón Fuentevilla Peláez, quien fue auxiliado por José Luis López Uranga y cuando este renunció, fue sustituido por Rafael Ramírez Garaygordóbil.
En la Secretaría de Obras Públicas, despachó Jaime Sevilla Pollastro; en la Secretaría de Alimentos, Ernesto Ortegón Cervera; en la Secretaría de Educación Pública y Cultura, despachó primero Fernando Uriarte y a su renuncia fue designado, J. Mariano Carlón López, quien a su ves renunció para irse al CDE del PRI como Presidente y su lugar fue ocupado por Rafael Guerra Miguel.
En la Coordinación Forestal y Minera, don Antonio designó a su amigo, Atalo de la Rocha Tagle y en la Procuraduría General de Justicia, despachó Jorge Chávez Castro y en la etapa final del sexenio, fue designado como Procurador de Justicia, Roberto Camacho Castro, cargo que dejó finalmente al ser nombrado por el Congreso del Estado, como Magistrado en el Supremo Tribunal de Justicia.
En el Supremo Tribunal de Justicia, fungieron como Magistrados, Jesús Manuel Sarabia quien ocupó la presidencia. También Amado estrada Rodríguez, Víctor Manuel Guerra Félix, Javier Enrique Franco Escudero, Manuel Chávez López, Eduardo Gutiérrez Rojo y José Enrique Sánchez Riveros.
En el Congreso del Estado fueron diputados, a la L Legislatura, Mario Niebla Álvarez, quien fue el Presidente de la Gran Comisión. Diego Aguilar Acuña, Audómar Ahumada Quintero, Luis Alvear Gándara, Arturo Baldenebro Lara, Ramón Rogelio Castelo García, Salvador Castro Espinoza, Jaime Ceceña Imperial, Adolfo de la Vega, que fue desaforado, Florentino Esquerra Delgado, Adrián González García, Juan González Noriega, Crisanto González Rosas, Benito Juárez Camacho, Julio Lemenmeyer Otero, Carlos Loaiza Aguirre, Rigoberto López Alarid, Edwiges López Cabrera, Gilberto López García, Gorgonio Meza Ramos, Alicia Montaño Villalobos, Raúl Quevedo Sandoval, Francisco Ramírez Corrales, Adolfo Salazar García, Ricardo Sánchez Rubio, Cosme Tirado Castillo, Marcos Urías Sotomayor y Xenén Xochihua Valdez.
También fueron alcaldes en Ahome, el empresario Jaime Ibarra Montaño y Felipe Moreno; en Guasave, el empresario radiofónico Roque Chávez Castro y José Luis Leyson Castro; en Salvador Alvarado, Eduardo Rodríguez Villaverde y Alfredo Díaz de la Vega; en Culiacán, el empresario Roberto Tamayo Muller y Jorge Romero Zazueta y en Mazatlán fueron alcaldes, el empresario y banquero José H. Rico y Quirino Ordaz Luna.
En el naciente municipio de Navolato, fue alcalde, el cenecista Antonio Yamaguchi Hernández. Para el año de 1982, año de las elecciones constitucionales, fueron electos senadores de la república, Ernesto Millán Escalante y Juan S. Millán y por ende, precandidatos naturales al gobierno del estado.
Al inicio de sus campañas, los actos programados eran con la asistencia de los dos candidatos, pero luego se buscó separar las campañas, pues era apabullante la propaganda de Millán Escalante, sobre la de Juan S. Millán. Con ese fin, se reunieron en la sede del CDE del PRI, Roberto Zavala Echavarría, quien representaba a Millán Escalante y Roberto Soltero Acuña, que representaba los intereses de Juan S. Millán.
Como primer acto de gobierno, promulgó las reformas y adiciones a la Constitución Política del Estado. De ellas se derivaron la Ley Orgánica de la Administración Pública y su Reglamento, la Ley de Educación para el Estado de Sinaloa, que lo enfrentó con la Universidad Autónoma de Sinaloa, por la creación de los Cobaes y de la Universidad de Occidente. También se hicieron modificaciones a la Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia.
Se expidió una Ley de Agua Potable y Alcantarillado y sobre la Opresión y Funcionamiento de Establecimientos destinados a la producción, distribución, venta y consumo de bebidas alcohólicas y también la Ley que creó el Fondo Impulsor de Sinaloa. También se reformaron los Códigos Civil y el de Procedimientos Civiles para el Estado de Sinaloa. Se expidió la Ley Orgánica del Consejo Tutelar para Menores, se expidieron las Leyes de Ingresos Municipales. También se expidió la Ley Orgánica del Congreso del Estado y de la Contaduría Mayor de Hacienda.
Especial importancia le dio a las tareas del padrón electoral en Sinaloa y así se le brindó amplio apoyo a la ejecución del padrón electoral en los nueve distritos electorales federales. También integró la Unidad Político Electoral, a cargo de Fortunato Álvarez Castro. La reforma administrativa incluyó la constitución de nuevas secretarías y entidades administrativas.
Con el STASE se mantuvieron relaciones cordiales y de entrada, se les concedió un aumento del 29 por ciento al salario, además de otras prestaciones que significaron una erogación de 238 millones de pesos.
Una característica de las modificaciones a la Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia, fue la creación de dos subprocuradurías y tres inspectores de justicia. En el caso de las primeras la ley les asignó funciones en el área jurídica, social y de control de procedimientos, al tiempo que se daban tareas en el área de averiguaciones previas, consignaciones e investigaciones científicas. En el caso de los inspectores de justicia, se distribuyeron en las zonas norte, centro y sur del estado.
Fue el gobierno de Antonio Toledo Corro, un gobierno duro. Al tiempo que se iniciaba el cabildeo de la Ley de Educación, que lo enfrentó con la UAS, provocó la renuncia de Fernando Uriarte a la Secretaría de Educación Pública y Cultura, por no estar de acuerdo con los objetivos trazados, respecto a la relación Gobierno del estado-Universidad Autónoma de Sinaloa y fue sustituido por Mariano Carlón López.
En materia de concesiones de tránsito, abrió investigaciones de orden penal en contra del dirigente transportista Antonio Palafox, quien fue detenido y torturado, mientras se desataba una furiosa embestida contra el exdirector de Tránsito y Transportes del Gobierno de Alfonso G. Calderón, en la persona de Juan S. Millán.
Preocupado por el rumbo que habían tomado las cosas en el nuevo gobierno, Juan S. Millán fue a entrevistarse con el procurador, Jorge Chávez Castro, quien le dijo que no había orden de aprehensión en su contra. Confiado Juan Millán abandonó la sede de la Procuraduría y se dirigió a Mazatlán, para reunirse con las organizaciones sindicales.
Cual sería su sorpresa cuando se percató de un operativo por parte de la Policía Judicial del Estado para capturarlo, pues la policía había rodeado el Hotel de Cima. Entonces Millán decidió abandonar el estado y fue auxiliado por el dirigente de la Federación de Trabajadores de El Rosario y Escuinapa, José Ángel Polanco Berúmen, quien lo acompañó y lo llevó en su automóvil hasta los límites de la Concha.
Entonces Juan Millán buscó la protección de Fidel Velázquez a quien enteró de la pretensión del gobierno de Don Antonio Toledo Corro y fue cuando el viejo zorro de la política mexicana, expresó “entonces le daremos posesión a Juan Millán en la cárcel”. En realidad, Don Fidel acudió a la Secretaría de Gobernación y se entrevistó con Enrique Olivares Santana, ante quien expuso los hechos y el se encargó de suavizar las cosas con don Antonio, para que Juan S. Millán pudiese tomar posesión como Secretario General de la Federación de Trabajadores de México.
El día de la ceremonia de la asamblea ordinaria en que Millán tomó posesión en el Parque Revolución, llegó Antonio Toledo Corro, acompañado de Fidel Velásquez y al encontrarse con Millán, le dijo “ quiúbule Juanito”. Atrás había quedado la trama para que continuara en el cargo, Baldomero López Arías, quien faltó a la confianza depositada en él, por Alfonso G. Calderón.
La gran obra de gobierno de Antonio Toledo Corro, fue sin duda la carretera Licenciado Benito Juárez, conocida como La Costera. Una carretera de 126 km de longitud, que cubrió el tramo de Las Brisas a Culiacán y que vino a modernizar las comunicaciones en Sinaloa, pues se sumó a la carretera construida por Alfredo Valdés Montoya, que va de Guasave a Los Mochis.
Con ello se dio un gran paso en las comunicaciones y para ello fue fundamental la perseverancia de Antonio Toledo Corro, pues convenció al Presidente José López Portillo, al mostrarle todos los planos del proyecto que fue ejecutado por Jaime Sevilla Pollastro. El gobernador Toledo Corro, constantemente recorría los trazos polvorientos de la carretera en construcción, para percatarse del avance de las obras.
Podemos resumir que las aportaciones del Gobierno de Antonio Toledo Corro fueron:
a).- La Creación de la Universidad de Occidente y Los Colegios de Bachilleres, con 59 centros educativos y los planteles Conalep.
b).- El programa de aserraderos y aprovechamiento de los recursos mineros de la sierra.
c).- El programa de dragados en las zonas estuarinas en el sur de Sinaloa, que incrementó la captura de camarón, en beneficio de las cooperativas pesqueras.
d).- El mejoramiento de la infraestructura urbana de las ciudades de Mazatlán, Escuinapa, Guasave, Los Mochis y Culiacán, donde se construyeron varios puentes sobre los ríos Humaya y Tamazula.
e).- La creación del organismo descentralizado, denominado Comisión Constructora de Sinaloa, que permitió abaratar los costos de las obras en el estado.
f).-La propuesta legislativa para crear en Sinaloa las diputaciones por el principio de representación proporcional.
g).- La construcción de la carretera Lic. Benito Juárez, conocida como la costera y
h).- La creación del municipio de Navolato.
A los 99 años de edad y después de casi una semana de luchar contra las secuelas de un infarto cerebral y de “casi un siglo de vivir a su manera”, murió en el Hospital Sharp de Mazatlán, Antonio Toledo Corro, un 6 de julio del 2018. En su sepelio, se dieron cita en la funeraria Aeternus, los miembros de la clase política entre ellos, el exgobernador Juan S. Millán y quienes formaron parte de su gabinete, como Jorge Romero Zazueta y Roberto Camacho Castro. También se hicieron presentes, su yerno, Mario Niebla Álvarez y Roberto Soltero Acuña.