La elección de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que recayó en la ministra Norma Lucía Piña, tan solo por el hecho de ser la primera mujer que encabeza esta institución ya es un suceso histórico, como lo es también la apertura y la trascendencia nacional que representa esta decisión, así como la estela de sucesos que se presentaron durante el proceso previo a la toma de esta decisión por los ministros de la corte el día de ayer.
La lista es larga y digna de un cuento, como sucedió desde el día que surgió la lista de prospectos a suceder al ministro presidente Arturo Saldívar, resonando de inmediato las paredes de Palacio Nacional la recurrente intromisión del presidente López Obrador en asunto que no son de su competencia, sino del poder judicial, al descalificar de facto al pretenso ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena por considerarlo el ministro más rico de la corte.
Y desde luego, en contraparte, hacer una campaña de defensa y apoyo de la ministra Jazmín Esquivel, señalada por mucho como la propuesta del presidente AMLO, para alinear a la corte a su favor, cuando en el récord de fallos a propuestas del presidente, tiene un promedio del 25% de apoyo de los ministros.
La ministra Jazmín Esquivel, esposa del ingeniero José María Rioboo que fue beneficiario de la obra pública del segundo piso de los puentes de la CDMX, cuando AMLO gobernó la capital del país, y que más tarde en el gobierno de Marcelo Ebrard se les entregó a dicha pareja más de 14 mil metros cuadrados en la privilegiada zona de Santa Fe en la CDMX, para construir la universidad Westhill propiedad de dicho matrimonio, considerada una propiedad con valor superior diez veces al de la “casa blanca” de Peña Nieto.
Y lo peor llegó el 21 de diciembre, cuando el Sr. Guillermo Sheridan denunció en una exhaustiva investigación que la ministra Jazmín Esquivel había plagiado su tesis de licenciatura en derecho en la UNAM, acusación que nunca se pudo aclarar por la ministra, y por más que intentaron encubrir y descalificar esta acusación, nunca pudieron hacerlo.
Como también, ante las evidencias que la salpicaban, nunca fue capaz ni de aclarar, ni de renunciar, sino por el contrario arremetió en contra del autor del texto plagiado y AMLO en contra de los enemigos de la 4T.
Los agarraron con la chapuza infraganti y no tienen el pudor y la vergüenza para renunciar, sino por el contrario lo consideran un ataque cuando el artículo de Guillermo Sheridan (en Latinus) muestra evidencias sobradas de corrupción múltiple como lo señaló el autor.
Acto que en lugar de solapar, toda la 4T debiera estar cuestionando y exigiendo la renuncia de la ministra Esquivel, pero al contrario, realizan una defensa a ultranza en clara violación a los principios que presumen: No robar, no mentir, no engañar.
Tal vez alguien diga “principios ¿Qué es eso?”.