En el caso del gobierno de la República, yo ya perdí la esperanza de que el presidente López Obrador rectifique y reoriente su rumbo político, por lo que creo que las elecciones del 2024 serán de un antagonismo de dos bloques: “Conmigo o contra mí”, diría AMLO.
Por lo que en el caso de Sinaloa sospecho que las cosas caminan en el mismo sentido, cuando el gobernador Rubén Rocha va construyendo por el camino una fila de adversarios políticos, que nadie sabe qué ocurrirá hasta que sucedan las cosas, como acaba de ocurrir ahora en SEPyC, por los choques en la sección 53 del SNTE y en la administración de la misma SEPyC.
Enfrentar al viejo cacique magisterial, Daniel Amador, a quien desde hace tiempo la exlíder nacional Elba Esther Gordillo pretendió echarle el guante y no pudo, al final consideró un hueso duro de roer y un adversario político muy sólido y resistente, ya se vio que aquí se fueron de bruces.
No rompieron ese cacicazgo político y los espacios que lograron quitarle en la SEPyC solo sirvió para que un sector de la CNTE, lo más corruptos que se adhirieron a la 4T, se apoderaran de esos espacios para realizar tropelías con las nuevas plazas magisteriales.
Pero es no es todo, porque el grupo que encabeza Daniel Amador solo le mostró al gobernador lo que han hecho sus funcionarios en SEPyC en un tema tan sensible y delicado que no podían pasar por alto al subsecretario Horacio Lora (un mal imitador de Daniel Amador, por cierto) y la propia secretaria Graciela Domínguez, por lo que es factible conjeturar que todavía falta lo peor.
Y junto a eso se ha abierto un frente irreconciliable con las autoridades de la UAS en un conjunto de gestos y denuestos, que desfiguran cualquier esfuerzo por la vieja casa rosalina, que este 5 de mayo cumplirá 150 años de existencia.
¿Qué se armonizó la Ley de Educación Superior estatal a la reforma de la ley nacional del 2019? Está bien que así sea, pero ya violentar los procesos para reformar la ley orgánica de la UAS, ya es otro cuento.
Cuento sobre el que se debería discutir maduramente entre la UAS y el congreso del estado sobre cómo proceder al respecto, pero abrir una batalla de declaraciones es un contrasentido, porque precisamente dinamita los diálogos y acuerdos indispensables en cualquier proceso legislativo, y más en algunos muy sensibles como es el caso de la UAS.
Los pleitos, como las guerras, todos saben cómo empiezan, pero nadie sabe cómo terminan, y por eso mismo es indispensable ser muy cuidadoso y evitar esos escarceos mediáticos que perjudican a ambas partes y que estimulan a terceros discordantes con ambas partes.
Siempre en la UAS, bajo cualquier hegemonía interna, jamás ha sido motivo suficiente que se refleje en las acciones de la comunidad universitaria en sus obligaciones cotidianas en la sociedad, y más aún cuando sus instancias y procedimientos funcionan regularmente.
Por eso, el congreso del estado debe proceder con la sutileza de que los cambios se consensen y las instancias de gobierno se fortalezcan. Ojalá.