Generalmente en una disputa político – electoral, después de que ya se han dado los resultados, siempre el ganador se mueve con la lógica del todo o nada, del perder o ganar, pero en política se dan diversas interpretaciones según sea el objetivo que pretendan y en ese sentido, de los resultados de las elecciones de Coahuila y el Estado de México, sin duda los dos bloques tienen sumas y restas, triunfos y fracasos, donde nadie gana todo ni nadie pierde todo.
Así se puede decir que MORENA y AMLO ganaron “la joya de la corona” con el triunfo en el Estado de México, pero si se suman las votaciones de ambos bloques en los dos estados, nos encontramos con un empate (MORENA 3,548,000 y Va Por México, del PRI, PAN Y PRD 3,494,000 votos) apenas con una diferencia de 50 mil votos para MORENA y López Obrador, con los ingredientes de que la participación fue del 49% en el estado de México y de 56% en el estado de Coahuila.
Este último dato tiene el ingrediente de la legitimidad y la fortaleza política del nuevo gobierno que según el porcentaje que vote y respalde al que gane, por lo que en Coahuila se logro superar el 50% de la participación mientras que en el estado de México no lo alcanzo.
Lamentablemente porque nuestros gobernador y presidente, no provienen de un régimen parlamentario, ya es costumbre que existan poderes ejecutivos respaldan en ocasiones, tan solo por una sexta parte de los electores.
Mientras, que en los regímenes parlamentarios, se garantiza que el presidente y los gobernadores, sean respaldados por una mayoría constitucional del 60% más uno, representada por los diputados de los congresos respectivos, lo que significa que nunca podrá ir contra la sociedad que representan los parlamentos y cuando estos consideren que dichos gobernantes no son útiles, ya sea por ineptos y corruptos, los destituye y nombra otro presidente.
El presidencialismo mexicano que impera en la presidencia de la república, los gobernadores y presidentes municipales es quizá la mayor carga antidemocrática y lo más corrosivo del sistema.
Al final, después de la jornada electoral del domingo pasado, donde volvieron a aflorar estas deformaciones políticas, lo que queda es que la oposición ha lograda nivelar el piso de la competencia electoral, con todos sus defectos, fallos y errores, que como decía el viejo galileo “y sin embargo se mueve” y que va con todo a la competencia del 2024.
El 2024 nuevos sectores estarán presentes como son los poderes facticos de los grupos de estados unidos, de gobierno y empresariales, las iglesias de todo tipo y lamentablemente, el crimen organizado.
Un factor que también tendera a incidir cada vez mas, es la decadencia de AMLO, el desgaste y la reducción de sus márgenes de maniobra de un gobierno arrinconado por múltiples factores de gobierno.
Lo cierto, es que el 2024 ya empezó y arranco con un buen horizonte para todas las fuerzas. Ya depende el trabajo que realicen.