El destape de Alfonso G. Calderón

    En Sinaloa gobernaba el Lic. Alfredo Valdés Montoya. Se venía el tiempo para la sucesión gubernamental y el gobernador había preparado a sus cuadros para que participaran en el proceso de sucesión. Entre sus favoritos se encontraban el Ing. Ernesto Ortegón Cervera, quien se desempeñaba como secretario del desarrollo económico y el Dr. J. Mariano Carlón López, quien era el alcalde de la Ciudad de Culiacán. Los esfuerzos del gobernador Valdés Montoya se enfocaban en las gestiones en las altas esferas del Partido Revolucionario Institucional y en la Secretaría de Gobernación, sin embargo, el presidente Luis Echeverría Álvarez, ya tenía muy definidos sus planes para Sinaloa, en la persona del Ing. Gilberto Ruiz Almada, alto funcionario de la Presidencia de la República.

    En el PRI de Sinaloa, había un equipo de trabajo político liderado por el Lic. Fortunato Álvarez Castro y había invitado a una generación de jóvenes políticos a integrarse a las tareas del partido. Entre ellos, el Lic. Jesús Manuel Viedas Ezquerra, quien fungía como secretario general, el Lic. Roberto Zavala Echavarría, quien se desempeñaba como Oficial Mayor, el Lic. Roberto Soltero Acuña, quien ocupaba la cartera de secretario de organización; también colaboraban en las tareas partidistas, el C.P. Max Hach, Sergio Orozco Aceves, el Lic. Víctor Estrada Cañedo, Carlos Peraza Zamudio, el Lic. Juan S. Millán, el Lic. Enrique Hubbard Urrea, el Lic. Santiago Gaxiola Clouthier y el Lic. Manuel Inzunza Sáenz. “Todos estos nombramientos fueron del conocimiento de Alfredo Valdés Montoya, quien se mostró complacido con la inclusión de jóvenes profesionistas en las tareas del Comité Directivo Estatal del PRI”.

    Las “condiciones sociales y económicas en las que se desarrollaba Sinaloa, fueron en mucho, las que determinaron el porqué de la llegada de Alfonso G. Calderón, como Gobernador de Sinaloa, habiendo sido seleccionado como candidato por el propio Presidente de la República, Luis Echeverría”. En el plano nacional, había fuertes diferendos entre el Grupo Monterrey y el Gobierno de la República. Corría septiembre de 1973, cuando sucedió el fatal asesinato en Monterrey, del empresario Eugenio Garza Sada. “En la escena del crimen, además de Garza Sada y sus trabajadores, quedaron muertos dos integrantes de la Liga 23 de Septiembre”. El extinto general Mario Arturo Acosta Chaparro, escribió en su libro “Movimiento subversivo en México”, que el crimen se cometió a través de un comando de la Liga Leninista Espartaco, que se había unido a la Liga 23 de Septiembre, como muchas otras organizaciones clandestinas.

    Al día siguiente del asesinato de Garza Sada, éste recibió un homenaje de cuerpo presente, en el edificio de rectoría del Tec de Monterrey y ahí con la representación presidencial, se encontraba, el secretario de educación, Víctor Bravo Aguja. Luego vendría la misa en la iglesia de La Purísima y ahí se supo que el presidente Echeverría estaba aterrizando para asistir al sepelio. Cuando apareció el presidente, la gente le recibió con los gritos de “Echeverría asesino” y así fue durante todo el trayecto hasta el panteón. Ahí habló Ricardo Margaín Zozaya, presidente del Consejo Consultivo del Grupo Monterrey. Aunque no acusó directamente a Echeverría, pero si al Gobierno de cómplice en un asesinato de este calibre, el semblante de Echeverría le iba cambiando. Entonces dio una orden de “nos vamos” y en ese momento, el Estado Mayor Presidencial le abrió paso a medio sepelio y Echeverría regresó molesto a la Ciudad de México.

    Este antecedente es muy importante para el destape en Sinaloa, pues el dirigente de la Confederación de Trabajadores de México, apoyó en todo al presidente Echeverría. Se sabe que fue Don Fidel Velásquez quien fue a entrevistarse con el secretario de gobernación Mario Moya Palencia; le planteó que deseaba una audiencia con el Presidente de México. Me parece bien le contestó Moya Palencia. Luego el viejo zorro de la política obrera, le reviró: “A lo mejor lo que le voy a solicitar no accede el señor presidente”. ¿Y qué quiere Don Fidel?. -Le quiero pedir la candidatura del PRI, al Gobierno de Sinaloa, para el compañero senador Alfonso G. Calderón-.

    En su acuerdo presidencial, Moya Palencia, le comunica a Echeverría, las pretensiones de Don Fidel y sin pensarlo dos veces, dijo “ya está”. Así resolvemos el problema de Sinaloa. En ese momento, el presidente Luis Echeverría sacrificó a su fiel colaborador, Gilberto Ruíz Almada. Calderón fue llamado a gobernación y ahí, Mario Moya Palencia le comunicó que era el candidato del PRI, al Gobierno de Sinaloa. “Una cosa le quiero pedir a mi amigo», le dijo Moya Palencia. “Estamos en deuda con Fortunato. Le quiero pedir que sea el candidato a la presidencia municipal de Culiacán». -“Así será señor Secretario”-, y Fortunato fue el alcalde de la capital sinaloense.

    Luego vendría el comunicado que el delegado general del PRI en Sinaloa, Luis M. Farías, le habría hecho al periodista Antonio Pineda Gutiérrez. Le dijo en la recepción de El Sol de Sinaloa, que el candidato del PRI al Gobierno de Sinaloa era Calderón, y Tónico no le dio crédito y al día siguiente en su columna Carrusel, se burló de Alfonso G. Calderón, cosa que el electricista del Ingenio Mochis no olvidaría, y no fue sino años después con la intervención de Roberto Wong Leal, la relación se compuso, cuando Calderón invitó a Tónico a hacerse cargo de El Diario de Culiacán.

    Al asumir su gobierno, Alfonso G. Calderón, tenía claros los objetivos de su administración y solía repetir que “el propósito indeclinable de mi gobierno es satisfacer necesidades apremiantes, resolver problemas seculares, brindar sin distingos mejores expectativas de progreso a los sinaloenses, y fincar las bases sólidas para una sana y equitativa convivencia”. Calderón logró resolver la problemática de la Universidad Autónoma de Sinaloa, se dedicó a atender a los altos de Sinaloa y enfrentó el problema agrario en el estado, y finalmente construyó esa gran obra que es Difocur y el Centro Sinaloa, donde se encuentra la Unidad Administrativa, además de las unidades administrativas de Gobierno en los municipios.