El pánico del Covid y lo que se viene

    No hay de otra, la única salida para la pandemia que vivimos es la vacunación y parece que el gobierno federal lo ha comprendido al acelerar la campaña, que casi llega al millón de aplicaciones diarias en la última semana.

    Sí, es la única solución posible hasta ahora, porque nuestra sociedad no está desarrollada suficientemente para responder a la colectividad, lo que confirma que los valores construidos por décadas al respecto han sido borrados por el individualismo, y las sensaciones que son inherentes al capitalismo salvaje que magnifica el modelo neoliberal.

    Vivimos el reflejo de una derrota cultural, no solo para los mexicanos, sino para la humanidad: La incapacidad de aliarnos ante la adversidad.

    Y lo peor quizás está por venir, cuando aún carecemos de cura eficaz, suficiente y barata contra el virus, como tampoco contamos aún con vacunas para niños y adolescentes, lo que parece una “carrera contra reloj”, cuando el virus acelera sus mutaciones y la ciencia y la organización social son insuficientes, mucho más lo segundo.

    Hemos llegado a un punto en que las reservas materiales, sobre todo los sectores más pobres, hablo de desempleados, asalariados, profesionistas y microempresarios, se han agotado y, por consecuencia, ninguno de ellos ya puede quedarse en casa, porque su sustento y el de sus familias depende de su trabajo.

    La economía no puede volverse a parar, y es aquí donde los gobiernos deben jugar su rol estratégico en la lucha contra la pandemia.

    Los gobiernos tienen mecanismos para apoyar a todos esos eslabones frágiles de la economía y urge que se apliquen a ello. Está bien que insistan en restringir la movilidad social, específicamente la no indispensable, pero deben actuar en el apoyo al ingreso familiar, auxiliar a las microempresas y brindarles apoyos a las empresas en general.

    Así como lo declaró el canciller Marcelo Ebrard, ante 32 representantes de América Latina y el Caribe, de construir una alianza inmediata contra la pandemia, que la verdad urge.

    ¿Que no tiene recursos el gobierno? ¡Claro que los tiene! Y en algunos casos, en abundancia. Todos los impuestos, servicios e insumos que brinda el gobierno se pueden abaratar, fiar y hasta condonar en muchos casos, como también tiene la facultad del crédito financiero como reserva estratégica para emergencia o palanca de acciones rápidas, y algo que es mínimo pero fundamental, llevar alimentos a los más pobres.

    ¿Qué no tendrán conciencia nuestros gobiernos que se trata de la peor crisis que hemos vivido en 50 años y que esta vez es general y global?

    Después de esta tercera ola vamos a seguir viendo cosas nuevas y sufriendo lo de ayer y de antier, quizá con matices distintos, pero con el mismo destino.

    Yo no sé dónde tendremos que refugiarnos después de la incapacidad e incompetencia de la autoridad y de buena parte de la sociedad, pero ahora no tenemos más que dos salidas: Mucha inversión a la salud de emergencia, qué importa que se pida prestado; y apoyo a los pobres y las empresas desde las más modestas hasta las más grandes.

    Ojalá los gobernantes electos ya estén trabajando en todos los estragos de esta crisis, porque es urgente y los daños serán prolongados. El tiempo vale oro.

    Para nuestra querida amiga Dulce Espinoza Díaz y su familia, por el deceso de su señora madre Doña Ofelia, toda nuestra solidaridad en este trance. Que en paz descanse.

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