El PRI: ¿cambiar o desaparecer?

    Imagen ilustrativa. Foto: Archivo.

    Es indiscutible que todos los partidos políticos necesitan una transformación que los adapte e integre a la nueva realidad del siglo XXI, para que se inserten en la nueva época que vive el planeta desde los años noventas del siglo pasado, cuando el neoliberalismo triunfó como modelo económico y cultural, derrotando a los modelos sociales de todo tipo, desde el socialismo hasta los nacionalismos de diversas índoles, los que constituían el tercer mundo en el siglo pasado.

    Desde que el PRI diseñó, después de la revolución mexicana, más específicamente en la época del general Cárdenas, su modelo de nación que aspiraba y que se distinguía por una economía cerrada, una cultura política nacionalista con fuertes rasgos antigringos y un Estado social benefactor, modelo que se fue desarticulando al paso de las décadas, hasta terminar como un Estado quebrado, un nacionalismo en la bancarrota, una situación social de creciente pobreza y desigualdad, al grado que hoy por hoy representa el problema más grave del país y gobiernos cada vez más corruptos.

    El modelo del PRI se desintegró, se hizo añicos al no poder, desde los años setenta, establecer un nuevo rumbo, continuando en la debacle hasta que casi todo lo pierden como instituto político, que parece no tienen futuro como tal y que de lo que queda son responsables si lo dejan morir o se transforma.

    Después de la avalancha electoral que significó MORENA y el lopezobradorismo en 2018, que redujo a todos los partidos opositores y los colocó en el dilema de cambiar o desaparecer, dilema que ninguno de esos partidos ha definido, navegan en la sobrevivencia y que, sin embargo, existen, precisamente porque el tránsito está entre la extinción o la recuperación.

    Sin ver siquiera que la sociedad mexicana vive y sufre, así como también responde a los llamados a participar en las decisiones políticas del país y se puede agotar.

    Que se recupere el PRI y los demás partidos de la oposición pasa por un cambio radical de paradigmas en correspondencia con el tamaño y trascendencia de los problemas nacionales, globales y de la humanidad en su conjunto.

    Incluso MORENA y el AMLOVISMO están en esta tesitura, porque también viven la política y luchan los nuevos gobiernos (la 4T dicen), bajo la misma lógica en lo esencial del viejo régimen priista y es un hecho que muy rápido también van a fracasar.

    Por eso, el PRI y cualquier otro partido político tienen el reto de construir una agenda nueva para el país, y eso reclama estatura de unidad nacional, considerar que los problemas son más grandes que cualquier partido, incluso que cualquier país.

    La enorme desigualdad social, el deterioro del planeta, la descomposición de todas las sociedades y la perspectiva de la incertidumbre total es tan grave que nos atemoriza a todos y quizá todo mundo prefiera sacarle la vuelta, sobrevivir hasta donde se pueda, y peor quizá, hasta convertirse en estatuas de sal.

    El PRI, el PAN, MORENA, el PRD y MC no tienen futuro, todos más tarde o más temprano caerán, porque simplemente no hay alternativa plausible en ninguno, y quizás entre todos, si hubiese voluntad, se podría encontrar una ruta común. Muy difícil.

    Comentarios