Hace casi dos meses, cuando Estados Unidos primero, e inmediatamente después Canadá, denunciaron a México por prácticas desleales de acuerdo con las disposiciones que establece el T-MEC, el presidente anunció de inmediato en su tradicional mañanera que tendría su respuesta el 16 de septiembre en el discurso tradicional del presidente de cada año, anuncio que mantuvo en expectativas a muchos y provocó que el gobierno de Estados Unidos tuviera que enviar una delegación de alto nivel, que fue la que encabezó el lunes pasado el secretario de estado de los Estados Unidos, Antony Blinken y que lo único que se conoció, además de la reunión de alto nivel entre funcionarios de ambos países en materia económica, es que el presidente ya no daría su discurso en defensa de los energéticos mexicanos y que los diferendos serían tratados en las negociaciones del T-MEC sin llegar a los niveles de establecer paneles internacionales cuyos fallos son inapelables.
Las mesas de consulta de la demanda de Estados Unidos contra México, ya tiene poco más de un mes y puede extenderse hasta 90 días hábiles, en donde se afirma por AMLO y al parecer ese fue el compromiso con Antony Blinken. secretario de estado de los Estados Unidos, que la disputa no pasará a los paneles internacionales, que durarían un año más.
Según lo informado el lunes 12 de septiembre por la tarde, todo se arreglará en la fase de consultas y México no correrá el riesgo de tener que pagar entre 10 mil y 30 mil millones de dólares en aranceles (impuestos).
Después de eso, todo mundo se calmó y consideró que el 16 de septiembre será puro show patriotero del presidente López Obrador y que no pasará de los “¡VIVAS!” a los héroes de la independencia, así como un acto para sus invitados que serán testigos de honor del congreso nacional de MORENA.
Lo que apuntaba, según el discurso lopezobradorista, en ser el momento histórico del rescate de la industria energética del país (CFE y PEMEX) de las manos de los tiburones del capital transnacional, quedará en una mera proclama de declaración de «logros» y seguir luchando por ellos hasta alcanzar la cuarta transformación.
Así parecen las cosas, y sin embargo lo ocurrido en las últimas tres semanas al seguir empoderando al ejército, buscando mayores poderes para el presidente, erosionando los otros poderes y mantener en la mira al INE para reducirlo, restarle facultades y competencias, e incluso socavarlo con nuevos consejeros, no son buenas noticias y lo que parece del diálogo del presidente López Obrador con el secretario Antony Blinken, se trata tan solo de ganar tiempo.
¿Por qué digo lo anterior? Por la razón de que las disputas del T-MEC pueden extenderse hasta fines del 2023 y en este año y cuatro meses, todas las reformas y disputas políticas internas de AMLO con la corte, con la oposición y con el INE se resolverán en seis meses a lo sumo, luego vendrá la elección del Estado de México en diez meses, y a partir de ahí irá por la disputa presidencial del 2024.
Es decir, que AMLO neutralizará fuerzas con su declaración de intenciones y busca acumular fuerza dentro, que si le funciona puede dar la confrontación con Estados Unidos, en un juego de muy alto riesgo.
Él siempre ha sabido, porque hasta el más ignorante sabe, conoce y reconoce la vecindad de Estados Unidos con todas sus implicaciones, buenas y malas, y si sabe eso ¿Por qué ha pretendido jugar “al gato y al ratón”?