En 1995, Juan S. Millán llegó a la Secretaría General del CEN del PRI, gracias a las gestiones de Don Fidel Velázquez. Era presidente del partido Santiago Oñate Laborde. En este nuevo encargo, Juan S. Millán, invitó al Roberto Soltero Acuña para que lo acompañase como Subsecretario General.
Ya para 1998, el presidente Ernesto Zedillo, decidió realizar una elección interna en Sinaloa y para ello el CEN del PRI, a cargo de José Antonio González Fernández, lanzó la convocatoria, en la que Juan S. Millán, Lauro Díaz Castro y José Luis Leyson Castro, contendieron por la candidatura a Gobernador del Estado. Mario Niebla Álvarez fue el Coordinador de la precampaña de Juan S. Millán y Roberto Soltero Acuña, fue su representante personal, ante la Comisión Estatal de Procesos Internos del PRI, que presidían los exgobernadores, Fortunato Álvarez Castro, Alfredo Valdés Montoya y Don Antonio Toledo Corro.
Era Delegado General del CEN del PRI, el exgobernador de San Luis Potosí, Guillermo Fonseca Álvarez. A Lauro Díaz Castro lo apoyaba con toda la fuerza, el Secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa y en Sinaloa, Juan Burgos Pinto, quien era su representante personal ante la Comisión de procesos Internos. Arnoldo Leyson Castro, fue el representante de su hermano José Luis.
La contienda fue muy difícil, pues al principio el gobernador Renato Vega Alvarado también le daba su apoyo a Lauro Díaz Castro, pero cuando se tomó el acuerdo en la Comisión de que las boletas electorales se imprimiesen en la empresa propiedad de Arnoldo Montaño, compadre de Roberto Zavala Echavarría, de inmediato Juan S. Millán fue alertado de esta maniobra por Roberto Soltero Acuña y se fue a ver al gobernador Vega Alvarado, quien alcanzó a decir, “A que Benito tan pendejo” refiriéndose al presidente del CDE del PRI.
De inmediato vino la contraorden y los representantes tanto de Millán como de Lauro Díaz Castro, se pusieron de acuerdo y en una servilleta firmaron de acuerdo para cambiar de impresor. Luego el propio Juan S. Millán se entrevistó con el secretario de Gobernación Francisco Labastida Ochoa, a quien le exigió que sacara las manos del proceso interno de Sinaloa y dejara de apoyar a Lauro Díaz Castro.
La elección interna se desarrolló el 24 de mayo de 1998 y en ella resultó triunfante Juan S. Millán, con 151, 758 votos contra 124,475 que obtuvo Lauro Díaz Castro y los 31, 347 votos de José Luis Leyson. Ya en la noche y reunidos en la oficinas de Guillermo Fonseca Álvarez, Roberto Soltero Acuña, mostró los resultados ante Juan Burgos Pinto, a quien le expresó “a ver Juan, vamos con póker abierto. Muéstrame los resultados.
Ahí reconoció Juan Burgos Pinto que Lauro había perdido la elección. De inmediato, Roberto Soltero Acuña, le pidió a Juan Burgos Pinto, que le llamara a Lauro Díaz Castro y que aceptara que había perdido la elección. En la conversación telefónica, Burgos le decía a Lauro, “perdimos Lauro, perdimos. Ya terminó esto”. Entonces Don Antonio Toledo Corro, dijo “a ver Roberto, consíguete unas botellas de whisky, que vamos a brindar”. Ese día se brindó por el triunfo de Juan S. Millán, quien llegó a las oficinas del PRI como a las 10:30 de la noche.
A sugerencia de Mario Niebla Álvarez, quien fue el coordinador de la precampaña, se decidió que el candidato Juan S. Millán tuviese una oficina en el segundo piso del CDE del PRI, para que ahí pudiesen ir todos los priistas, incluidos los seguidores de Lauro Díaz Castro. Juan S. Millán puso entonces la campaña constitucional en manos de Jesús Aguilar Padilla, quien no resultó muy calificado para tales tareas, pues Ildefonso Salido, el dueño del periódico El Debate, le informó a Mario Niebla que la campaña se había caído, lo que provocó una reunión con el candidato Juan S. Millán, quien de inmediato ordenó reponer al frente de la campaña, a Mario Niebla Álvarez.
Cuando se enderezó la misma, nuevamente Jesús Aguilar Padilla, junto con Abraham Velázquez, retomaron el control de la misma. Juan S. Millán recorrió el estado y celebró reuniones con todos los grupos políticos de la entidad y se preparó para el día de la elección constitucional, venciendo a Rubén Rocha Moya, candidato del PRD y a Emilio Goycochea Luna, del PAN.
Acompañaron a Juan S. Millán en las tareas de gobierno, Gonzalo Armienta Calderón, como Secretario General de Gobierno, Óscar Lara Aréchiga como Secretario de Administración y Finanzas, Jesús Vega Acuña, como Secretario Agricultura, Ganadería y Pesca, Heriberto Félix Guerra, como Secretario de Desarrollo Económico; José Luis López Uranga, como Secretario de la Contraloría y Desarrollo Administrativo, Armando Acata Paniagua y Luis Fernando Aguiar Santana, como Secretarios de Seguridad Pública, Abraham Velázquez, como Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, Jesús Aguilar Padilla, como Secretario de Desarrollo Social, José Antonio Malacón Díaz, como Secretario de Educación Pública y Cultura, Víctor Manuel Díaz Simental, como Secretario de Salud, Gilberto Higuera Bernal, Ramón de Jesús Castro Atondo y Óscar Fidel González, como Procuradores Generales de Justicia, Guillermo Aarón Sánchez, como Coordinador General de Asesores y Rosa del Carmen Lizárraga Félix, como Coordinador General de Comunicación Social.
A finales del mes de enero de 1999, se produjo el asesinato de Jorge Aguirre Meza, Presidente de la Federación de Abogados de Sinaloa y excandidato del PRD a la presidencia municipal de Navolato. “Aguirre Meza, quien fundó junto con Oscar Loza Ochoa, Jesús Michel Jacobo y Norma Corona Sapién, los dos últimos asesinados en forma similar en 1987 y 1990, respectivamente, la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, llegaba a su domicilio en una camioneta Dodge Ram cuando fue atacado por los cuatro sujetos vestidos de negro, dos de ellos con pasamontañas, quienes portaban rifles de asalto AK-47”. Ante los hechos que indignaron a la sociedad sinaloense, el gobernador Juan S. Millán, expresó “me están calando”.
En su primer informe de gobierno, Juan S. Millán, aceptó que en materia de seguridad pública, “se ha reiterado una preocupación en la que todos coincidimos: necesitamos recuperar la seguridad pública. Este es el problema que más nos afecta como sociedad; que más divisionismo nos genera y que más afecta a la imagen de nuestro estado”.
Señaló el gobernante que “para impulsar una política integral, nos propusimos ciudadanizar las políticas públicas y una de las primeras acciones, fue la creación del Consejo Estatal de Seguridad Pública. De él surgieron las propuestas para nombrar al Procurador General de Justicia, así como a los mandos operativos y administrativos de las dependencias encargadas de la seguridad pública.
Se destinaron fuertes inversiones para dignificar los reclusorios de Los Mochis, Culiacán y Mazatlán y para equipar a la Academia Regional de Policía. Se construyó el Centro de Readaptación Social de Guasave y el edificio del Servicio Médico Forense. En la tribuna del Congreso del Estado, Juan S. Millán señaló que “no quedará impune el homicidio de Jorge Aguirre Meza, ni de muchos otros sinaloenses que hayan sido víctimas de la delincuencia”.
Partiendo de que la estadística era confiable y sin maquillajes, afloraron los delitos de secuestro que se incrementaron, al igual que los asaltos bancarios. Ello obligó a Juan S. Millán a pensar en la creación de la Unidad Antisecuestros y la Unidad de Fuerzas Especiales contra el Narcomenudeo. Ciertamente hay que reconocer que este delito de secuestro, al final del sexenio millanista, vino a la baja. En materia educativa, destinó la mitad del presupuesto de egresos a mejorar la calidad de la educación. Se construyeron nuevos planteles y espacios más dignos, como aquellas aulas de cartón, que le tocó ver de cerca durante su campaña política.
A pesar de que ofreció “un trato muy especial” a la Universidad Autónoma de Sinaloa, a la Universidad de Occidente, Difocur, El Colegio de Sinaloa, el Centro de Ciencias y los Institutos del Deporte, de la Juventud y de la Mujer, la realidad fue que no a todos los apoyó como se debiera, pues en el caso del Colegio de Sinaloa, nunca le interesaron los proyectos que los miembros colegiados le habían planteado.
En una muestra de agradecimiento para la UAS, Juan S. Millán le apoyó para la construcción de la Torre Académica para la investigación y posgrado. En materia de vivienda se logró posicionar a Sinaloa en un primer lugar, pues con el respaldo del Infonavit y de las empresas locales, se alentaron 26 mil acciones de vivienda en todo el estado.
Se desplegó mucho activismo en la construcción de carreteras, al igual que el mantenimiento de las mismas, todo a través de la COCOSIN, lo cual le dio un sello distintivo a su gobierno. A pesar de que se “dejaron de sembrar 120 mil hectáreas y la caída de los precios agrícolas, la economía sinaloense creció a tasas del 3.1%, es decir la tasa más elevada que hayan observado los últimos gobiernos, en su primer año”.
En el lamentable asesinato del ex Procurador General de Justicia, Jorge Chávez Castro, sucedido en el gobierno de Juan S. Millán, el periodista Andrés Villarreal, escribió en RIODOCE, “Cuando asesinaron a Jorge Julián Chávez Castro, en febrero de 2003, el gobernador Juan S. Millán esperó en la acera de la Clínica Culiacán, durante toda la intervención quirúrgica. Esas horas estuvo acompañado del gabinete en la calle convertida en sala de espera.
Chávez Castro estaba herido de muerte, no sobrevivió a los dos tiros que recibió cuando estaba en la cochera de su casa. Aunque en ese momento no tenía ningún cargo público, Chávez Castro no lo necesitaba, se trataba de un reconocido personaje siempre activo en los círculos del poder del Sinaloa de la segunda mitad del siglo pasado.
Un mes atrás había entregado la presidencia del Consejo Estatal de Seguridad Pública, pero antes había sido Procurador General de justicia, alcalde de la capital y en ese momento era suegro del secretario particular de Vicente Fox, Alfonso Durazo.
“Esa misma preocupación que el gobernador Millán mostró esperando en la calle el reporte de la salud de Chávez Castro, no la mostró para investigar su asesinato. Su caso demuestra que la autoridad no tenía urgencia de resolver ninguno de los asuntos, aun cuando existiera presión mediática o familiar. Casi tres lustros después se mantiene en el archivo de la actual Fiscalía general de la Nación, como otros muchos casos más”.
A decir de Guillermo Aarón Sánchez, quien fuera su jefe de asesores, “el aporte del gobernador Juan S. Millán, durante el periodo 1999-2004 fue enarbolar un proyecto de largo plazo, recuperar la confianza de la sociedad en si misma, organizar su participación en diversos ámbitos de la vida pública, lograr objetivos medibles de beneficio colectivo y promover una mayor responsabilidad de la sociedad para lograr su propia transformación”.
Ese proyecto de largo plazo que Juan S. Millán tenía en mente, era sin duda el Maximato, dejando a alguien de su confianza como Jesús Aguilar Padilla, en el Gobierno de Sinaloa. Tal objetivo no fue una tarea fácil, pues en el estado, Heriberto Félix Guerra, candidato del PAN, había logrado convencer a miles de ciudadanos para que votasen por su proyecto, en contra de la imposición de Juan S. Millán.
De hecho, el gobernador había hecho a un lado a Abrahám Velázquez Iribe, quien se sentía con merecimientos para ser el candidato del PRI al Gobierno del Estado. Juan S. Millán no tenía ataduras con el centro del país, ni con su partido, pues como Vicente Fox era el presidente de México, el gobernador de Sinaloa, había asumido el control de la vida pública en el estado y de su partido, el PRI.
Cuando se lanzó la convocatoria, surgieron en el PRI, dos precandidatos. Jesús Aguilar Padilla, que era apoyado por Juan S. Millán y Mario Niebla Álvarez. Obviamente toda la maquinaria priista estaba a favor de Chuy Aguilar Padilla y así es que surgió como candidato del PRI al Gobierno del Estado.
Manuel Clouthier Carrillo, narra en una columna publicada en El Universal, que “las encuestas señalaban preferencias para el PRI, pero cuando ponías el nombre de Jesús Aguilar Padilla, se caía como 10 puntos porcentuales; la lectura era clara: la gente no quería continuidad del millanismo”. Sigue narrando Clouthier “que cuando anunció que no buscaría la candidatura, hubo fiesta en Palacio de Gobierno. Mientras Heriberto recorría el estado, Aguilar y Millán descansaban. Félix Guerra los rebasó como en la fábula de la liebre y la tortuga. La soberbia de Juan, subestimó a Heriberto. Estaba Millán tan alejado de la gente que no supo leer el pulso social”.
“Aún así, Juan creía que ganaba. Así lo indicaban las encuestas que cada mes, le entregaba Consulta Mitosfsky. Millán subestimó la indignación por la construcción y arrendamiento de la USE, la corrupción en la venta de los terrenos en el 3 Ríos a Antonio Sosa; los asesinatos de Jorge Aguirre y Chávez Castro; su alianza con Jesús Patrón; los excesos de corrupción en su equipo como Óscar Lara Aréchiga. Estaban llenos de soberbia, no eran dueños del mundo, pero si de Sinaloa”.
“Con el ego hinchado, Millán le pidió a Eustaquio de Nicolás, dueño de Homex y del equipo de futbol Dorados de Sinaloa, que le hiciera un homenaje en el estadio en el medio tiempo del juego. Juan pensó que la gente lo ovacionaría y lo sacaría en hombros por haber traído, el futbol de primera división a Sinaloa. La sorpresa fue que se llevó uno de los peores abucheos, que jamás haya recibido un gobernante sinaloense. Todavía su ego lo hizo levantar el reconocimiento frente a la gente y esta elevó el tono del abucheo. Juan regresó a su palco con los hombros caídos y la cabeza agachada, el lenguaje corporal de un perdedor. Al llegar les dijo a sus invitados: Se va a poner fea la cosa. Faltaban 15 días para la elección y esto le permitió operar, para robarle la elección a Heriberto Félix Guerra. Si Millán no hubiera pedido el reconocimiento, su sorpresa habría sido el mismo día de la elección y ya no habría tenido tiempo para robarse la elección. Lo salvó el abucheo. Tuvo suerte”.
Al cambio del nuevo gobierno, Jesús Aguilar Padilla rompió con su antecesor. Más como Juan S. Millán es muy persistente, en la elección del 2010, logró sacar de candidato a Mario López Valdez, quien en una alianza opositora al PRI, le arrebató el poder a Jesús Aguilar Padilla. Se había consumado el Maximato en Sinaloa.