“El triángulo dorado” en la sierra de Sinaloa es un eufemismo que acuñaron los viejos cultivadores de amapola y mariguana, tanto porque esas regiones perdidas y olvidadas de la civilización y la modernidad, en sus cerros y cañadas florecieron estos cultivos impulsados por un programa nacido de un convenio entre los gobiernos de Estados Unidos y México, para cultivar legalmente esas drogas y comercializarse con el ejército norteamericano, dándole así a esa gente que vivía en las peores miserias un ingreso durante casi 15 años, tiempo en el que cambió el rostro de la región y la prosperidad llegó.
Así como “el triángulo dorado” de Badiraguato, en Choix, Sinaloa, Mocorito, Elota, San Ignacio y Concordia también proliferó el cultivo de la amapola y marihuana y se comercializó igual y por los mismos. Pero como todo lo que empieza termina, en 1953, cuando terminó la guerra de Corea y se retiraron de el sudeste asiático la mayor cantidad de soldados norteamericanos, después de la segunda guerra mundial, provocó la culminación del convenio del gobierno norteamericano y el gobierno mexicano, decretando así la prohibición del cultivo, tráfico y comercio de estas drogas, iniciando el ejército mexicano sus campañas anuales para erradicar estos cultivos.
La amapola y la mariguana habían dado un poco de prosperidad y de integración de los pueblos serranos a la modernidad, que empezaba a llegar a las ciudades de Sinaloa.
Muchos campesinos serranos con la prohibición abandonaron el cultivo de estupefacientes, dándose una gran migración a las zonas costeras y a los estados vecinos de Sonora y Baja California Sur, pero hubo muchos más que se quedaron y continuaron con la única actividad que daba para sobrevivir en la sierra: El narcotráfico.
Los altos de Sinaloa fueron pues una economía que se construyó a partir del narcotráfico. Que Badiraguato haya sobresalido y convertido en el punto referencial de toda esta historia es una simplificación del fenómeno, porque en todos los municipios serranos se crearon redes, organizaciones y sistemas de comercio, y todos son parte de ese entramado social y sus leyendas.
El ciclo de las drogas en la sierra de Sinaloa ya concluyó y ahora existen como empresas internacionales, porque ya mucho tiempo rebasaron la producción artesanal de la morfina, los puentes aéreos Colombia a Estados Unidos y hoy son parte de la industria química mundial.
La sierra (todos los municipios) ha entrado a un periodo de decadencia, que aún sobrevive por los ciclos de remesas de dólares de muchos que se fueron y viven en Estados Unidos, pero la prosperidad como economías locales es prácticamente inviable si siguen pensando que el ciclo de oro será eterno.
De una de las visitas del presidente López Obrador, donde planteó cambiar el nombre de “triángulo dorado” por el de “la gente buena”, que no faltó quien se apropiara de la ocurrencia del presidente de la república y hoy en día no sepan qué hacer al respecto.
La sierra de Sinaloa como nunca requiere recuperar los niveles hídricos de las aguas subterráneas en Sinaloa, el trabajo comunal y el desarrollo agrícola y frutícola altamente tecnologizado.
Se trata de un programa gigantesco de alimentadores de agua al subsuelo de la sierra, lo que significa construir cientos de pequeñas presas, como pretendió Juan S. Millán durante la sequía de 1999, un esfuerzo de reorganización social, quizá ya no en el ejido si no en la sociedad de producción de pequeños grupos de productores y en tercer lugar, existen grandes oportunidades para las hortalizas y aguacates, que ya comprobó Juan Guerra en el gobierno de MALOVA. Pero eso de cambiar el nombre es una ridiculez.
Los invito a compartir la mesa de análisis político que dirige el Dr. Héctor Muñoz los lunes, miércoles y viernes a las 6:30 de la tarde, con la participación de los analistas Fernando Camacho, Leonel Solís, Oswaldo Villaseñor y un servidor. Los esperamos en Facebook dr hector muñoz
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