La devastación del huracán y el presidente

    Foto: Especial.

    A estas alturas de los tiempos, cuando la ciencia y tecnología han desarrollado las más poderosas y precisas herramientas para predecir y estimar los fenómenos meteorológicos y sísmicos, ya el hombre cuenta con muchos elementos para reaccionar en la mitigación de los efectos de cualquiera de ellos, reconociendo que aun, como en todo, ninguna predicción y reacción está garantizada, pero es indiscutible que hoy es más posible hacerlo y aquí es donde todo queda en manos del hombre, en su aptitudes, en su capacidad de dimensionar, prever y calcular los efectos y las medidas que se deben adoptar, cuestiones que ante los embates de “Norma” en el pacifico norte, como el brutal huracán “Otis”, que azotó por allá en el sur, en la costa de Guerrero y alrededores.

    Es notable la perplejidad de los gobiernos federal y estatal. Y por lo menos hay que decirles, que si porque no tuvieron ideas propias y decisiones oportunas.

    En el caso de “Norma” en Sinaloa hubo dos momentos que pintan de cuerpo entero a nuestras autoridades estatales (ridículo aparte del desfiguró con la periodista de “Línea Directa”), como fue el que nunca atinaron los meteorólogos responsables de protección civil estatal, encargados de coordinar las reacciones y medidas ante el ciclón, por donde entraría el “ojo” del ciclón y las zonas que atacaría con mayor violencia y la segunda, que nunca se les ocurrió declarar ninguna región del estado zona de desastre natural, hasta que se presentó “Otis” en Guerrero, donde se declaró de inmediato a Acapulco como zona de desastre natural, como si no supieran la aplicación de la ley sobre desastres naturales, y hasta que el de arriba, el presidente López Obrador y su consejo nacional de seguridad lo hicieran en el estado de Guerrero.

    Y en el caso del gobierno federal, sabían perfectamente que parecía inevitable la incidencia de “Otis” y el nivel de violencia con que azotaría (el más violento de la historia), pero todo el gabinete federal durmió “muy agusto” en la Ciudad de México y luego salen con “la burrada” de agarrar carretera, como si no urgía su presencia y no hubiera aviones y helicópteros, quedándose atascados en “la Autopista del Sol”.

    Ni previsión, ni prevención, ni decisión, fatales las tres actitudes para gobernar y peor aún, en situaciones de emergencia lamentablemente.

    Y aquí cabe una crítica al Gobernador Rubén Rocha que se aplicó más, mucho más al agravio que cometió en contra de la periodista de línea directa, buscando, como agua con las manos, un programa para amortiguar desprestigio, sin reaccionar tan rápido con las declaraciones de desastre de los municipios afectados por el ciclón “Norma”. En fin.

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