Cruz Azul tiene miles de formas de fracasar, perdiendo en dos minutos, por sanciones administrativas, perdiendo ventajas de cuatro goles. Lo volvió a hacer. “Cruzazuleada 2020”, ahora el verdugo fue Pumas que se quitó la desventaja de 4-0 en la ida para ganar 4-0 en la vuelta. La posición en la tabla dio el pase.
Ahora los universitarios, llenos de amor propio, enjundia y un contundencia, jugarán la final contra León, una final que se vivirá por primera vez en la historia y en la que ambas instituciones buscarán su título número ocho en su historia.
Cruz Azul volvió a fracasar estrepitosamente, sin excusas, sin pretextos, sin fallas arbitrales. Lo volvió a hacer, volvió a fracasar, volvió cruzazulear.
Cuando cayó el gol de Ignacio Dinenno, apenas a los 3 minutos de juego, las caras de los jugadores de Cruz Azul se comenzaron a descomponer. Los recuerdos volvían, los fantasmas desaparecían.
Pero parecía que Robert D. Siboldi acomodó a su equipo, Cruz Azul se hizo del balón, se lo quitó a los universitarios, dominó el juego, parecía que el intento de vendaval universitario quedó en eso.
Mas llegó el minuto 36, gran atajada de Jurado a tiro de Iturbe, el balón le llega otra vez a Dinenno, y se anota el segundo, pero se marca fuera de lugar. Por algunos minutos la nación cementera parece aliviada, sólo por algunos, el VAR da vida a los Pumas, se valida el gol.
La cara de los azules se transforma más y más cuando cuatro minutos después, a los 40’, Carlos González baila a Juan Escobar y se festeja el tercero.
Ahora sí, el fantasma había poseído a los cementeros.
Y cuando parecía que todo se podía aliviar, cuando había luz al final del túnel, cuando se marcó un penalti a favor la Máquina, el VAR, otra vez, salvó al Universidad Nacional al marcar un previo fuera de lugar.
Cruz Azul quiso adelantar, volvió a ganar metros, ganó tiempo, pero pasó lo mismo de siempre, lo de toda la vida. Minuto 89, el balón viene de frente, nadie lo detiene y le llega a Juan Pablo Vigón que en el área chica fusila a Jurado.
La “Cruzazuelada” 2020 se ha vivido. Nada ha cambiado con los cementeros, el problema no era Billy Álvarez, Víctor Garcés o Alfredo, el problema es que Cruz Azul no sabe ganar, no sabe sacar el pecho en los momentos importantes, mordió la mediocridad.
(Con información de El Universal)