El día de ayer domingo, en más de cien ciudades del país marcharon e hicieron mítines cientos de miles de mexicanos, que más allá del juego del número de asistentes, como se dio en la marcha del pasado 13 de noviembre, ayer de nuevo la sociedad civil tomó las calles de México para protestar con la consigna “Mi Voto No Se Toca”, donde se anida mucho más que la defensa del INE y la libertad electoral, sino toda la batalla que se ha librado en el país en la 4T y AMLO con la oposición, cuando el gobierno transformador que ofreció AMLO y la 4T ha fracaso por innumerables yerros, y sobre todo por una visión profundamente autócrata de gobernar, y por consecuencia antidemocrática.
El hecho de que se haya repetido el movimiento del pasado 13 de noviembre, cuando nadie esperaba que en más de 60 ciudades se movilizaron personas con la consigna “El INE No Se Toca”, que resultó entonces un despertar ciudadano y una expresión política que refleja que aquel movimiento que arrasó con las elecciones del 2018 con más de 30 millones de votos, hacía aguas y se encontraba en crisis.
Hoy esa crisis, que tuvo una manifestación más extensa (por lo menos en 100 ciudades), donde se volvió a observar el rechazo y la convicción de que México tiene un gobierno fallido al ratificar su conducta megalómana, autoritaria y presidencialista, con un profundo olor a antidemocracia, es factible afirmar que MORENA, la 4T y AMLO, está fracasando y que no pretende modificar esa tendencia política.
El conjunto de la 4T, incluido el presidente López Obrador, sabe perfectamente que su primera reforma constitucional, y ahora su “Plan B”, son profundamente antidemocráticos, que tenía en su cláusula de “vida eterna” y que se había luchado por 15 años para eliminarla cuando se contemplaba en las coaliciones electorales el reparto de votos por cuotas porcentuales, que el 2008 esa cláusula se eliminó después de muchísimo esfuerzo del PRD y el PAN.
Ellos, la 4T y AMLO, también estuvieron en esas luchas y hoy niegan esa vocación, porque sus ambiciones de poder son superiores a sus convicciones democráticas, tanto que se han atrevido a entregar su alma al diablo del autoritarismo y ambición de poder.
A nadie le está vedado luchar por lo que aspira y de eso se trata la lucha democrática, que todo tenga igualdad de condiciones para luchar por ellos, por lo que resulta absurdo que todos esos hombres y mujeres, que en un tiempo pisaron las calles por esos anhelos, ahora desde el poder pretendan negarlos.
Este solo hecho demuestra la descomposición ideológica y moral de la 4T que los convierte en los nuevos autoritarios del poder, que durante décadas combatieron, haciendo de sus vidas una paradoja, lamentablemente.