No sé cuántos agentes de tránsito hay en el municipio de Culiacán, como tampoco cuántos semáforos, pero si sé que ni tránsitos ni semáforos, como tampoco apoyo ni control del movimiento peatonal existen suficientes, que bien podrían evitar accidentes, tanto que son múltiples los choques de vehículos con sus consecuencias de pérdidas materiales y daños a la salud, como también de decenas de atropellamientos en la ciudad, que me asombra no ver en los informes de gobierno nada al respecto.
Lo digo porque veo desolada la ciudad de tránsitos en los cruces (parece que los desaparecieron), vigilancia en zonas de altísima densidad en horas pico, zonas de alta velocidad que ya causaron muertes por atropellamiento, como si la ciudad (creo que los sindicatos andan peor) estuviera abandonada por la policía de tránsito de la capital. Ni vigilancia, ni inspección, ni control, ni apoyo ciudadano, en fin, se ha abandonado hasta lo más elemental (nomás les falta que dejen solas las escuelas).
Y la pregunta obligada es ¿Por qué ocurre esta desatención? Yo creo que se debe a que el gobierno ha convertido tránsito y transporte en un pingüe negocio, que engorda al gobierno estatal, que reporta migajas a los municipios y eso aplica en lo que debe a los ingresos que producen.
Para empezar, los vehículos de Sinaloa producen tan solo por el ISAN (Impuesto sobre autos nuevos) 150 millones de pesos cada año, por el porcentaje del IEPS por consumo de gasolina 700 millones de pesos, por el refrendo vehicular de 600 millones de pesos, por placas, tenencias, licencias, multas, tarjeta de circulación y quién sabe qué otras cosas más, suman estatalmente más de 3000 millones de pesos, por lo que en resumen suman 4450 millones de pesos, que bien podríamos tener calles, puentes, banquetas, semáforos, pasos peatonales, tránsitos suficientes y patrullas para recorrer la ciudad y las comunidades.
Si calculamos la proporción de vehículos que existen en Culiacán (poco más de 400 mil), proporcionalmente debieran corresponderle 1800 millones de pesos para invertirse en lo que significa toda la movilidad de los culiacanenses.
Movilidad que implica rúas, circuitos y reordenamiento del tránsito vehicular, que por cierto en este último caso, el frustrado Metrobus de Culiacán, era una iniciativa correcta de Jesús Estrada Ferreiro, que si dispusieron tumbarlo sus razones expusieron, pero eliminar esa política pública sin ninguna explicación y cuando existía el proyecto financiero ya pactado para su construcción, resulta inaudito que ante el caos que vive todos los días Culiacán, no lo retomen, o si no les gustó ideen otras soluciones, pero necesitan trabajar en ello.
Está bien pintar camellones en la ciudad y bachear, pero eso es recurrente y prevalecerán quizá para siempre cada año, pero la crisis de la movilidad social en Culiacán va de mal en peor.
¿Se puede avanzar? ¡Claro que se puede! Y rápido si quieren. Empieza por lo más elemental, contratar más tránsitos (capacitándoles previamente o sacándolos de la universidad de policías), invertir en patrullar, semáforos (nuevos y reposiciones), focalizar los cruceros conflictivos e idear un sistema de flujo vehicular, incluso que se pueda dirigir.
Esquilmar los pocos recursos municipales por el gobierno estatal ha sido una práctica vieja que les hacen las cuentas mochas con el impuesto predial rústico, el de nóminas y los impuestos que producen y recaudan el estado, como es este caso de los que producen los vehículos.
Los presidentes municipales no se van a animar a reclamar y a lo sumo andan quedando bien para que los apoye el gobernador, por eso debiera pensar en una convención estatal y compartir lo que ingresa para gastarlo como corresponde. Me parece lo más prudente, que le hace que se enoje el gobernador.
Los invito a compartir la mesa de análisis político que dirige el Dr. Héctor Muñoz los lunes, miércoles y viernes a las 6:30 de la tarde, con la participación de los analistas Fernando Camacho, Leonel Solís, Oswaldo Villaseñor y un servidor. Los esperamos en Facebook dr hector muñoz
Twitter @jhectormunoz
