Culiacán, Sinaloa.- Teresita de Jesús Alvarado buscó la lejanía. Vive un duelo insuperable en búsqueda de escapar de una realidad.
La historia del dolor que invade su vida es indescriptible para quien no la conoce en carne propia. Sus ojos lagrimean cuando recuerda aquella fatídica tarde. Esas llamas asesinas que le arrancaron a sus dos pequeñitos.
Teresita es la madre de los niños María José y Misael de Jesús de 11 y 6 años de edad, quienes murieron quemados dos días antes del año nuevo en la colonia Barrancos, cuando su casa, que estaba convertida en una tapicería, entonces se prendió en llamas.
Dos angelitos que perdieron la vida en un fuego que destruyó las dos plantas de la vivienda.
A los días, la joven madre, buscó estar lejos, y para eso se sumó una persona totalmente desinteresada. Esta le ofreció una casa prestada y que no usaba en Navolato para que ahí viviera. Y ahí se fue. Lo más lejos que pudo.
“Aquí me voy a quedar, porque estar en Culiacán para mi me duele mucho, no puedo”, dice llorando a en una entrevista con ReflectoresMX.
Entonces así fue como llegó a una pequeña casa de la colonia Infonavit CTM, sección Hermanas, donde hoy vive desde hace dos meses con su hija, esposo, y cuñada, quienes han sido su pilar para no desmoronarse y no caer en el borde de la locura.
La hermana de los pequeñitos, María José y Misael de Jesús, se encuentra embarazada y ha tomado una decisión irrevocable en su vida: su hijo que está por nacer se llamará José Misael, en honor a sus dos hermanitos. Bebé que no les tocará conocer a quienes serían sus tíos.
Pero tal ha sido el apoyo a la familia, que hasta ahí ha llegado la ayuda de terceras personas que lo han hecho desinteresadamente. Muebles y hasta una televisión le han sido regalados.
“La gente que no conoce es la que me está ayudando y se los agradezco”, confía a este reportero.
El ya no estar sin las dos alegrías de su casa es un tema, que dice, seguro nunca superará, sin embargo, afirma Teresita, tendrá que aprender a vivir sin ellos.
Ayuda, un mitigante al dolor.
Ante esa angustia, el Banco de Alimentos de Culiacán hizo una buena caridad.
Este martes buscó mitigar en algo el dolor, pues la familia no sólo se quedó sin sus dos angelitos, sino literalmente sin nada. Todo se consumió en el fuego de aquella tarde entre el bulevar Benjamin Hill y Cándido Avilés.
Por esta razón, esta organización encabezada por Arturo Torres Santillán llevó ayuda hasta la casa. Después de buscarla por varias semanas, supo que vivía en Navolato.
Hasta ahí se llevaron algunos muebles que servirán de mucho para arreglar un poco el hogar que se les presta. Con la ayuda de una camioneta, el director del Banco de Alimentos encaminó el apoyo que les es donado por empresas.
De esta manera recibieron un refrigerador nuevo, una base de cama, un sofá cama, una cómoda y algunas sillas, la cuales se espera le sean de utilidad a la familia. De la misma manera algunas despensas.
En su intervención, Torres Santillán, quien manifestó su solidaridad, le dejó claro a la señora Teresita que seguirán siendo apoyados por esta institución con la intención de contribuir a superar la tragedia sucedida el 29 de diciembre pasado.