Más allá de lo que puedan haber hecho los partidos de oposición ayer domingo para participar en las marchas de las casi cien ciudades en que se llevaron a cabo en apoyo al INE; la realidad es que se trató más que nada de una reacción de grupos de la sociedad, quienes se apoderaron de las marchas e hicieron suyas las consignas en defensa del INE con una poderosa carga de rechazo al presidente López Obrador.
La marcha fue como una catarsis que hizo explotar las emociones e ilusiones frente a un muro de intolerancia y abuso de poder en el que se ha convertido el gobierno de AMLO y la 4T.
Y digo también de las ilusiones, porque la gente se sintió feliz y entusiasmada como alguien que hace tiempo no salía a respirar el aire de la calle y recuperaban el ánimo de la esperanza, aún más cuando en conjunto las marchas han rebasado el millón de asistentes, de acuerdo a la suma de los contingentes.
Con ello se ha abierto un nuevo momento en el escenario político del país, representando prácticamente el inicio de la disputa presidencial del 2024.
La marcha por el INE resultó un golpe en la mesa por esa masa de ciudadanos vilipendiados por la retórica cotidiana de AMLO, tanto por su dirección contra los “aspiracionistas”, como estigmatiza AMLO a las clases medias, como por el desprecio de AMLO y la 4T a la inteligencia de los mexicanos, como si rindiera culto al atraso y al fanatismo que atiza.
Pero además enseña este acto cívico, como fue la marcha, que el bono de la tolerancia a AMLO y la 4T prácticamente se está agotando y que si no reaccionan en el sentido que los hechos están reclamando, el atolladero político irá creciendo y cada vez más complicado.
Los insultos y la provocación reiterados a personas, grupos y grandes sectores de la sociedad ya resultan insoportables, abusando de la investidura presidencial, creyendo que puede decir y hacer lo que quiera, aún fuera de la ley, y quizá lo más inmoral negándose a sí mismo y al movimiento social que los impulsó al gobierno.
Y cuando eso ocurre, donde los límites se pierden y son presa del cinismo político, y los límites se pierden, son presa del cinismo político, ya la descomposición política los ha atrapado y lamentablemente es muy difícil salir de ella.
Vienen tiempos difíciles en la definición del gobierno en lo inmediato, en lo que pareciera no quieren recapacitar como es su ofensiva contra el INE en aras de apoderarse del árbitro electoral, como lo es también la controversia comercial con Estados Unidos y Canadá sobre la industria eléctrica, y en tercer lugar, lo que parece más fácil, la crisis económica que parece apunta a la recuperación, porque las políticas públicas ya fracasaron en casi todos los rubros, resultado muy difícil que lo que les resta del gobierno puedan salir adelante. La marcha resulta un éxito que reanimó a la sociedad y seguro vendrán otras más, quizás mas difíciles. Ya veremos.