EN LA RAYA Por José Luis López Duarte
Es comprensible que AMLO tenga seguidores que defienden sus posiciones políticas y de gobierno, como ahora ocurre con las controversias del T-MEC con Estados Unidos y Canadá, pero que lo hagan recurrentemente y de manera permanente, aún cuando la realidad les golpee la cara, eso ya es otra cosa que puede llegar, y así ocurre en muchos casos, hasta el fanatismo.
«Querer tapar el sol con un dedo», es una frase muy común en nuestras vidas cuando alguien llega hasta el abdusrdo y a veces se brinca hasta el fanatismo, como ocurre lamentablemente con escritores, intelectuales y pensadores muy brillantes, que algunos llegan hasta el asombro.
Decía mi tío Gilberto, en las discusiones entre sus hermanos (eran ocho) que él «no creía en los santos que mean», con lo que definía que ningún ser humano, por muy capaz y poderoso que fuera, resultaba infalible,y que todos, desde el más chico hasta el más grande, cometían errores, se equivocaban y, a veces, llegaban más lejos al desviarse y asumir conductas hasta ilegales.
Con ello definía que cada quien se definiría por sus hechos y no por sus dichos, que ahora que el gobierno del presidente López Obrador se enfrenta al juicio de los acuerdos incumplidos en el T-MEC, existen varios que pretenden justificarlo y aprobarlo, precisamente antes de enfrentar los argumentos, situación que se habría advertido por varios que se podría dar, como se está presentando.
Pareciera que consideran una «verdad de perogrullo» que AMLO es infalible e impoluto, cuando sus propios defensores que si han cometido errores «pero han sido pequeños», como la actitud ante la pandemia del COVID-19 y ahora los desplantes de «uy que miedo…», como si no hubiera consecuencias de sus actos como el del aeropuerto de Texcoco, que los científicos de aeronáutica planearon durante 20 años, y en obvia consecuencia el despilfarro del elefante blanco de Santa Lucía o Felipe Ángeles, como quiera llamarle, o el caso del Tren Maya, que no tiene ninguna justificación ni viabilidad financiera, solo por señalar los más obvios, que espero no haya ninguna discusión en estos casos.
Por eso, el caso del T-MEC, desde enero del año pasado, por lo menos de nuestra parte, señalaron el error de reformar la ley eléctrica sin reformar la constitución, y las consecuencias que tendría, como así ocurrió cuando al publicarse el decreto de la nueva ley eléctrica en abril, se presentaron más de 200 amparos contra esa ley eléctrica y todos los perdió el gobierno en los tribunales.
Pues sí, era un fracaso dicha reforma de querer restituir el monopolio de estado de la CFE, sin reformar la constitución, y en agosto, cuando se envió al presidente la reforma constitucional, después de un amplio debate, la oposición (PRI, PAN, PRD y MC) impidieron en marzo que dicha reforma se aprobara, al no alcanzar la votación de las dos terceras partes que requerían.
Aún así, la SENER,CFE, CENACE y otros organismos autónomos, fueron usados para, subrepticiamente y amparados en una ambigua definición de la corte sobre la nula reforma constitucional, se dedicaron a obstaculizar a los productores privados (incluso usando la VIF) para lograr lo que no les permitió la ley.
Múltiples reuniones entre representantes del gobierno estadounidense, incluso con el presidente de la república López Obrador (se habla de 25 delegaciones), no pudieron conciliar y llegar a acuerdos, hasta que ahora se impulsa la controversia y se establecerán los procedimientos del T-MEC, donde posiblemente deriven sanciones económicas para México, que algunos, en aras de desacreditar la crítica a la 4T, afirman que se trata de un festín por los errores, pero no reconocen nada. Eso pasa por creer en santos que mean.