Culiacán, Sinaloa.- Luis Alfonso, Regino y Simón González Villareal, tienen bien claro que regresar vivos a Culiacán, es una nueva oportunidad que les da la vida, para empezar de cero.
Buscar trabajo y convivir con su familia, son algunas de sus prioridades tras su larga ausencia. “Hacer las cosas bien y con ganas de salir adelante”, como ellos mismos describen.
Los hermanos que durante 11 años estuvieron encarcelados tras ser detenidos el 3 de marzo de 2008 en Lumpur, Malasia, lucen hoy más reflexivos y positivos, que cuando viajaron a aquel país en febrero del mismo año.
En una entrevista para ReflectoresMX en su humilde casa, pero con un patio enorme, contaron que la vida en la cárcel fue compleja. Que a pesar de que se encomendaban a Dios, había un riesgo de morir, porque las leyes del país asiático son muy duras, cuando a alguien se le acusa de narcotráfico.
Pasar por dos cárceles fue su peor experiencia de vida.
“Fue una pesadilla”, narra Simón, al recordar aquellas celdas. Dormir todos los días sobre el suelo era difícil, e ir al baño en un recipiente de goma que había que lavar, hacían más largos los días.
En el 2012, cuando la Corte Superior de Kuala Lumpur, los condenó a la horca tras ser arrestados en una redada en una fábrica donde supuestamente había metanfetaminas, los tres hermanos González Villareal, creyeron que la esperanza de vida se extinguía.
Pero gracias a las gestiones y apelaciones en la administración de Peña Nieto, lograron la última de las oportunidades posibles tras la condena de muerte: obtener que el sultán, Ibrahim Ismail Ibni, les concedieran el indulto o perdón.
Por 11 años estuvieron encerrados, alejados de su familia. No fueron testigos del desarrollo de sus hijos, al grado que la hija de Simón ya no lo recordaba bien cuando lo recibió ayer en el aeropuerto, pues cuando él partió, la pequeña tenía tres años.
Sus hijos quienes seguían creciendo, se enteraban de lo que pasa por los medios de comunicación o lo que les decía su tía, Alejandrina, quien por muchos años se movió como pudo. Viajó, toco puertas, consiguió recursos para viajar hasta Johor Bahru.
La última parada: Culiacán.
Finalmente y con la ayuda del embajador de México en Malasia, Carlos García Corona, es que tras un largo viaje de cuatro escalas, pudieron llegar a su tierra tras ser repatriados.
“Él nunca nos dejó solos. Cuando no iba (a vernos) era porque estaba muy ocupado y se disculpaba, cosa que le decíamos que no ocupaba disculparse”, cuenta Regino, de 41 años.
Su arribó fue este viernes 10 de mayo, Día de las Madres, pasadas las 18:00 horas, en su última parada: el Aeropuerto Internacional de Culiacán, donde su madre, doña Carmen, sin saber, esperaba una “sorpresa”.
Las autoridades consulares le pidieron estar en la terminal aérea, porque le dijeron que había una sorpresa para ella. En su corazonada como madre y aún cuando no estaba totalmente segura, algo le decía que eran Luis Alfonso, Regino y Simón.
Los tres originarios de la colonia Loma de Rodriguera en el norte de Culiacán, se fueron en febrero de 2008 a Malasia, con la ayuda de un conocido, quien le prometió trabajo en una mega fábrica y se las “pintó muy bonita”.
Partieron, porque al dedicarse a la producción del ladrillo, creyeron que tenían que emprender nuevos bríos que ayudarían a sacar adelante a sus hijos y a su madre, quien desde hace muchos años ha padecido diabetes y a consecuencia de eso perdió sus dos piernas, y que ahora la mantienen apostada en una silla de ruedas.