“Más papistas que el Papa” y peores que los adversarios electorales

    Foto: El Universal

    No sé cómo tendrá que hacerle Rubén rocha ya como gobernador electo para que algunos personajes, ideólogos e intelectuales, reacios aún a reconocer el triunfo de Morena-PAS y el alud de votos, y no se diga los méritos para alcanzarlo, para convencerlos que así fue.

    Es tanta la retórica cargada de fobia contra el triunfo de Rubén Rocha, que casi lo han demonizado, al extremo de afirmar que los votos (624 mil votos) y el triunfo electoral no fue del pueblo y de los partidos Morena-PAS y hay quienes se atreven a afirmar que fueron del crimen organizado.

    Vaya, ya ni los candidatos y partidos perdedores han llegado a esos extremos e, incluso, en actos de civilidad política, todos ellos han reconocido su derrota y alguno hasta ha felicitado el triunfo electoral de la sociedad.

    Lamentablemente, hay personas que piensan y creen que están en una guerra, o encapsulados sus pensamientos, que no entienden que se trata de una simple y elemental confrontación electoral para elegir nuevas autoridades, terminando al final del día por ser “más papistas que el Papa” y peores que los adversarios electorales.

    También se puede interpretar que existe una lealtad ilimitada, y se puede entender, pero la competencia y la controversia tiene un límite y este ya se acabó, que ya entramos a otras etapas y que otra debiera ser su conducta.

    No se les puede pedir que dejen de pensar lo que piensan, pero sí es sano, para ellos y el mundo en que se desenvuelven, hacer un alto, recoger los arreos de la batalla electoral y “a otra cosa mariposa”. Quedarse en lo mismo es puro interés o estupidez.

    La etapa que se ha abierto con la victoria de Morena-PAS, es momento oportuno para abrir los pensamientos hacia nuevos horizontes, aunque no queramos.

    Incluso, si hubiera ganado Mario Zamora y el PRI, también fuera aplicable esta ecuación metodológica por la sencilla razón de que los engranes y ruedas de la historia no están en Sinaloa, y cuando en el horizonte se dibujan cambios indispensables para la humanidad y las naciones, como ahora ocurre, obliga a que nuestra sociedad razone y se ubique lo mejor que pueda en esa perspectiva.

    Lo otro son ociosidades y perversiones, que simplemente distorsionan, distraen y oscurecen esas perspectivas.

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