Siempre es muy complicado hablar del futuro, pero siempre estamos obligados a hacerlo porque es la única forma que podemos planear el día a día y organizar en lo posible nuestras vidas y actividades.
Igual ocurre en la política, como ocurrió el día miércoles, cuando el ejército y la marina detuvieron a José Ángel Canobbio Inzunza, precisamente el día que entró en vigor la orden ejecutiva del gobierno estadounidense, el cual considera a los cárteles mexicanos de las drogas como terroristas y con ello la facultad del gobierno de Donald Trump de combatirlos en el territorio que operan, así sea en el extranjero y en cualquier país del mundo.
Como tampoco es casual que la fecha límite para los Estados Unidos (si es que los tiene) para aplicar aranceles a México es el 21 de abril y la comparecencia de Ismael Zambada será el 22 de abril, después de que el 27 de febrero haya comparecido Ovidio Guzmán López y el 19 de marzo su hermano Joaquín Guzmán López.
Se trata de una ruta judicial y política claramente pautada para provocar el mayor arrinconamiento político del gobierno mexicano, para obligarlo a cumplir las pretensiones del gobierno de Donald Trump.
¿Hasta qué punto pueden arrinconar al gobierno mexicano y tendrá capacidad la presidencia de Claudia Sheinbaum de responder y eludir al cerco montado?
Pues si sigue la presidenta Sheinbaum sin articular un plan y una estrategia de frenar esa escalada que ha armado el gobierno norteamericano, prácticamente se puede decir que van a ceder en todo lo que demande el gobierno de Estados Unidos.
Incluso hasta reorientar su programa estratégico del nuevo régimen hacia una autocracia que se ha propuesto la 4T y MORENA, obligándolos a modificar sus políticas en buena medida.
Estados Unidos ha sido muy categórico en sus visiones y posiciones; para ellos, el enemigo número uno es China, el competidor que le pelea el liderazgo mundial económico y militar. Por ello, el tráfico de fentanilo de México hacia Estados Unidos es un gran argumento para confrontar al gobierno mexicano y ponerle condiciones. Lo mismo sucede con las importaciones de China que hace México de componentes y materias primas como el acero para la industria automotriz, el principal producto que México exporta a los Estados Unidos, muy por encima del petróleo.
Esta ecuación es muy simple: China está utilizando de plataforma a México para competir indirectamente en el mercado estadounidense, por lo que no es causal que China sea el segundo cliente de México en la venta de sus productos, después de los Estados Unidos, y eso no es ninguna casualidad.
Junto con ello, además de todo lo que se pueda agregar, está la migración de trabajadores mexicanos a los Estados Unidos. Es cierto que cada vez son más migrantes de Centroamérica, el Caribe, Sudamérica, pero nunca van a igualar la cantidad de mexicanos que cruzan las fronteras hacia Estados Unidos, por eso ya hay más de 40 millones de mexicanos en aquel país y existen 11 millones de indocumentados.
¿Cuál es la razón de esa migración? La respuesta es muy simple: en Estados Unidos, por cada trabajador hay dos empleos. Existe un déficit permanente de mano de obra porque es la fábrica más grande del mundo.
Si estas razones, circunstancias y argumentos no los comprende el gobierno mexicano y no se ubica en esta ecuación geoeconómica y política, pues simplemente no va a atinar sus políticas y estrategias de cómo acordar y tratar con nuestros vecinos del norte.
No lo va a entender y por ello no sabrá enfrentarlo y establecer una relación virtuosa que le permita a México ganar–ganar y no tener que vivir el suplicio eterno de la dominancia que impone el destino manifiesto, el ABC de los gobiernos gringos en su relación con México.
Donde están las fortalezas de Estados Unidos están sus debilidades, como lo vio Lázaro Cárdenas en sus negociaciones con los estadounidenses, cuando Inglaterra y España eran los colonialistas en América y Estados Unidos pretendía expulsarlos del continente, como al final lo hizo. Ojala también lo notara hoy en día el gobierno mexicano.