México y EE.UU. al borde de una guerra comercial: el 4 de marzo, la fecha clave

    En la guerra, cruel como lo son todas, nadie gana y lo que ocurre es que unos pierden menos que otros, pero nadie sale indemne.

    Bien o mal, chueco o derecho, con razón o sin razón, lo cierto es que después de todo, Donald Trump es el nuevo mandatario presidencial, en el que ya cumplió el mes, ha sacudido al mundo provocando con ello un reacomodo de fuerzas en todas las latitudes del planeta, como ocurre ahora en México, al que después de declarar terroristas al narcotráfico le demanda acciones concretas en la lucha contra el crimen organizado y la migración que fluye hacia el norte, el próximo martes 4 de marzo se cumple el plazo de un mes que estableció como prórroga para la aplicación de aranceles a México en un 25% de la mercancía que exporta nuestro país a los Estados Unidos. Veremos cuál es la reacción después de esos 30 días y si se desata o no la guerra comercial entre los dos países.

    En la guerra, cruel como lo son todas, nadie gana y lo que ocurre es que unos pierden menos que otros, pero nadie sale indemne. Lo que nos garantiza que esta guerra de aranceles que se avecina de no reinar la cordura el próximo martes 4 es que tendremos serias dificultades económicas, por lo menos, si no es que se decide el gobierno de Trump poner en acción la orden ejecutiva contra los cárteles de las drogas, que por su definición de terrorismo contra los Estados Unidos, sus leyes los mandata para ir por esos terroristas que ya definieron, estén donde estén.

    Lo primero es difícil, pero lo segundo puede resultar mucho peor, en el caso de los aranceles más o menos hay un equilibrio porque casi es igual lo que compramos que lo que les vendemos con la diferencia de que lo que les vendemos afecta en un 13% su intercambio comercial y en cambio, lo que les compramos representa un 80% de las compras de México a todo el mundo.

    Para Estados Unidos es más fácil buscar quién le venda lo que compran en México a que México sustituya con importaciones de otros países.

    Con el ingrediente de que su economía es 20 veces más grande que la de México al ser la primera economía del planeta, mientras que México es la número 15 y a esa distancia.

    El daño de la economía de los dos países será recíproco y puede provocar daños irreversibles por muchos años y que han costado décadas construir, de manera específica y concreta, se dañará cadenas de valor, empresas trabajadoras y economías regionales.

    A ninguno de los dos países conviene esa guerra de aranceles, por lo que, lo más prudente y conveniente, es emplear los plazos para el diálogo y la búsqueda de acuerdos que vengan diluyendo la confrontación. En el caso de la definición por el gobierno de Estados Unidos de considerar terroristas a los cárteles del narcotráfico mexicano es un problema mayor porque implica la ausencia de acuerdos, de una política común y eso es una ausencia fundamental en estos terrenos. Por eso estamos hablando de estados nacionales distintos que se merecen que practiquen el respeto mutuo con sus territorialidades. Así como sus legislaciones y gobiernos.

    Una acción unilateral no pactada por cualquier país es un símbolo de agresión y ruptura de hostilidades, la guerra pues, Y eso es lo que nadie quiere.

    Por eso si la guerra de aranceles ya es una batalla nefasta para los dos países, la guerra militar es la última forma de hacer política que existe, nadie la desea. Por lo tanto, este 4 de marzo esperemos que prevalezca el diálogo la concordia y los acuerdos para recompensar las relaciones México-Estados Unidos, no hay de otra.

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