México y su destino con EU

    Foto: Especial.

    Hace muchos años, más de cincuenta, que los mexicanos venimos discutiendo nuestro destino, mientras que en Estados Unidos, desde hace doscientos años ya habían resuelto lo que harían y dónde estarían sus fronteras, con el “destino manifiesto” que redactaron en la “doctrina Monroe” en la que planearon categóricamente, cuáles serían sus límites, desde el Atlántico hasta el Pacifico, desde Canadá hasta los que se anexaron de México (como ocurrió con la alta California, nuevo México, Arizona y Texas) y en el Caribe las islas de Cuba, Dominicana y Puerto Rico.

    Luego, ya después del colonialismo y en el marco de la “guerra fría”, la que sostenían con la Unión Soviética, Estados Unidos proclamo como divisa “América para los americanos” en clara alusión a que sus fronteras ya llegaban desde Alaska hasta la Patagonia, por allá en el sur de Chile y la punta del continente americano.

    Y de todos ya es conocido, lo que ha pasado desde 1989, cuando cayó “el muro de Berlín” y con el bloque de países de la Unión Soviética, lo que vino a modificar el mapa mundial y con otra geografía, se crearon más de 40 países nuevos, ya sea porque lograron su independencia o se dividieron otros, en fin, la geopolítica y el juego de las fronteras que se habían mantenido hasta entonces, sufrió un viraje radical, máximo que todo el sudeste asiático, incluido el viejo imperio del Japón y la China subordinada a los ingleses primero y luego a los norteamericanos que emergía como superpotencia y se convirtieron ellos mismos, en los más grandes consumidores del planeta, que en lugar de producir para el mercado norteamericano lo hicieron para su propio mercado capitalista.

    Ese cambio, al que más tarde se incorporó la India (otro gigante con 1500 millones de habitantes), cambiaron la lógica de la producción y los mercados, provocando en Estados Unidos un cambio en sus relaciones con los asiáticos colocándolos como competidores y requería un bloque de aliados, un núcleo de su desarrollo constituyendo así el TLC en 1994 que integraron EUA, México y Canadá.

    Este bloque nació como una plataforma para integrar a toda América, a lo que se constituyó en la divisa de  la “guerra fría” de “América para los americanos”, convirtiéndose en una paradoja histórica de que el sueño bolivariano del siglo XIX, el que se realizaría en contra de los “gringos”, y ahora lo realizarían los propios gringos.

    Esa es nuestra realidad actual y se resume en nuestra historia económica reciente, en lo que Estados Unidos ha pasado a ser casi el único socio comercial de México (más del 80 por ciento de nuestra producción la comercializamos con Estados Unidos) y México se ha convertido en el proveedor mundial número uno de Estados Unidos, por encima de China y Canadá.

    Por eso discutir los planes del gobierno de México bajo los viejos esquemas filosóficos de los nacionalismos aislacionistas, de aquellos en los que “preferible perder que negociar”, que hoy ni los más recalcitrantes países socialistas (si es que existen), como Cuba, acuerdan “preferimos que empresas inglesas y españolas exploten nuestro petróleo a que se pierda” y lo hacen por una razón muy simple, no tienen industria petrolera y saben que la era del petróleo se va a acabar y aquí en México, hay quienes se rasgan las vestiduras porque se hacen contratos petroleros con empresas privadas.

    México necesita enfocarse en desarrollar sus mejores esfuerzos para aprovechar al máximo la relación económica que hoy mantiene con Estados Unidos, México debe elevar su producción para el mercado norteamericano y eso se debe hacer sin prurito, sin telarañas y con inteligencia:  hay que saber aprovechar nuestras ventaja con los socios comerciales y encontrar soluciones a nuestras desventajas.

    Pareciera muy simple, pero en la economía, la guerra por los mercados, a veces es más implacable que la guerra por los territorios, por eso es indispensable una política de ganar sin que nadie pierda o se pierda lo menos.

    Son tiempos promisorios y por esa razón son difíciles porque se necesita definiciones y esas a veces, son las que menos abundan, ojala y el nuevo gobierno no se equivoquen como el actual.

    Comentarios