En las redes sociales de MORENA suenan fuerte los tambores de combate al evaluar muchos de sus activos, varios de ellos fundadores históricos, los saldos del gobierno de AMLO después de tres años de ganar la presidencia, concluyendo algunos que ya se han formado “dos MORENAS”: La de las bases sociales y la de las élites, contrapuestas ambas y en pugna interna, por sus objetivos políticos correspondientes.
Se critica y se pretende evaluar como algo natural, que a MORENA llegó el arribismo y oportunismo político proveniente del PRI y otros partidos, por la necesidad del triunfo de AMLO y la transformación que impulsaba el movimiento de la 4T.
“Es normal porque era necesario” señalan, pero lo que no es normal, dicen, es que se haya entronizado en todas las latitudes del país, al grado que son hegemónicos y deciden los destinos de MORENA y la 4T.
Dos connotados amlovistas e ideólogos de MROENA y la 4T, Paco Ignacio Taibo II y John Ackerman, afirman que se requiere urgentemente un movimiento de las bases del partido para frenar esa escalada oportunista que amenaza con desviar a la derecha el movimiento nacional y el cambio de régimen político que promueven.
Movimiento que seguramente ya es parte también por encontrar al sucesor de AMLO, y con el radicalismo ideológico y político de estos liderazgos, es muy probable que se sientan desamparados al considerar que ninguno de los precandidatos de MORENA los representa y, por ello, sea también la presión que los impulsa a reorganizar el partido de MORENA después del descuido cuando asumieron el gobierno de la república.
Levantar un movimiento que por lo menos se parezca al de AMLO, que arrancó desde el 2015, es muy difícil que se dé y muy probablemente la sucesión presidencial del 2024 se dé bajo un contexto de contienda de partidos agrupados en bloques de poder, pero ya no un movimiento popular y electoral como el de 2018.
Eso seguramente pone muy nerviosos a los ideólogos de MORENA y la 4T, porque saben los difícil que es competir en construcciones electorales de poder a poder, que implican organización, estrategia y movilización electoral, donde la política de alianzas será decisiva y para eso requiere un mando organizado de MORENA y no un mando de interés, como el que dicen existe hoy.
Lo cierto es que lo advierten y, aunque difícil, le harán la lucha.