Perspectivas de 2025: entre la crisis y la incertidumbre nacional

    Es muy difícil que el 2025 sea mejor que el 2024, pero el gran riesgo, es que no puede ir mucho peor y eso es lo que hoy es la mayor preocupación.

    Para nuestra amiga Adriana Robles Santillanes, toda nuestra solidaridad, al igual que para toda su familia, ante la enorme pérdida de su hijo Mario Alberto. D.E.P.

    Estos primeros cinco días del año solo he leído opiniones de análisis que consideran que 2025 será peor que el 2024, “son solo opiniones que pretenden desprestigiar a la 4T”, “que tratan a toda costa de provocar desencanto” y “que pretenden regresar a los privilegios del pesado”, dicen esos artículos, por cierto uno sin firma publicado en el periódico “La Jornada” en la sección de opinión, lo que obliga a reflexionar sobre esa multiplicidad de enfoques y argumentos que coinciden en que 2025 será un año peor que 2024.

    Casi todos coinciden en que tenemos un país con un Estado fallido, en bancarrota o por lo menos, en crisis en un contexto de incertidumbre, inseguridad, violencia y miedo, en el que los poderes del Estado están resultando incapaces e incompetentes, de lo que se puede asumir que no existe discusión de que estamos en una crisis y lo que no se sabe es, de que tamaño y consecuencias será.

    Tenemos un Estado de derecho fracturado, los policías atrapados por poderes fácticos y el Poder Judicial por el gobierno, con los tres niveles de gobierno sometidos y hasta cómplices de la delincuencia.

    El sistema electoral ha sufrido un retroceso de décadas, cuando la transición a un régimen democrático se frustró y retrocedimos a una autocracia que puede convertirse en dictadura.

    El sistema económico ha retrocedido para volverse de nuevo en “el ogro filantrópico”, aquel que bautizó Octavio Paz, en su obra literaria, al analizar el sistema económico y político de los años 70s del siglo pasado, en el que se sometieron las voluntades políticas bajo dádivas, específicamente el voto ciudadano, en el que el estado era el factótum de todo y los conceptos de patria y nación eran sustituidos por el patrioterismo simbólico y un nacionalismo trasnochado.

    La superestructura institucional creada por la corta transición democrática que vivimos desde 1990 al 2018, ha sido desmontada y todos los aparatos gubernamentales que fueron creados para ciudadanizar al gobierno, han sido desmantelados, volviendo al viejo régimen de partido único de estado, al viejo régimen del PRI.

    Hoy nos encontramos en los albores de un nuevo régimen sustentado en la demagogia, el engaño, la simulación y tristemente, más corrupto que lo que se prometió cambiar.

    Las fuerzas políticas opositoras han sido avasalladas y lo peor, sometidas a su comparsa de este nuevo régimen autócrata (hasta hoy) al resulta incapaces de resistir y no existir un bloque político definido, cuando la derrota electoral del 2 de junio del 2024, impuso la urgente necesidad de un frente nacional opositor, precisamente por el tamaño de la derrota y el abuso y asalto que hicieron del poder AMLO y su 4T.

    Por eso y porque existen adversidades más allá de nuestras fronteras, con un gobierno como ha sido el de la 4T, sometidos a un cacique político como el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, ensimismados con su ideología de la 4T que pretende disfrazar al “ogro filantrópico” donde lo único que cuentan es ese discurso y sus intereses en el poder del gobierno.

    Si pensar en algo en la invasión de Ucrania fue para chantajear a los Estados Unidos con alianzas con los rusos, si fue la invasión israelí a Palestina fue para vender el petróleo más caro y con China, juegan al ajedrez político internacional sin saber jugar al “damero” con malabares geopolíticos que ahora al parecer vamos a pagar muy caro.

    En la economía y las finanzas la situación no es mejor, para muchos se trata de una simple recesión, de un freno a la economía. Sin embargo, ¿quién puede asegurarles con la diversidad de variables que se conjugan globalmente?, nadie, y más aún con los déficit presupuestales que se acumulan, la deuda pública que crece en pasos agigantados y los riesgos que penden con la crisis de nuestros energéticos, la industria petrolera y la eléctrica principalmente.

    México está en crisis ciertamente y es muy difícil que el 2025 sea mejor que el 2024, pero el gran riesgo, es que no puede ir mucho peor y eso es lo que hoy es la mayor preocupación y objetivo nacional. Se detiene esta crisis con un gran reacomodo político o puede ser una crisis más prolongada, de muchos años.

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