Desde el año pasado (como dijo el tonto), hace ya más de dos meses, vengo leyendo y escuchando sobre todo, múltiples críticas, sugerencias, pero más que nada, frustraciones de todos los círculos que giran en torno a la precandidata presidencial opositora Xóchitl Gálvez, como si fuera ella el “mana” de todos los defectos de la oposición y como “batichica”, llegara al escenario de la 4T y AMLO, y de un golpe los desintegrara.
Hasta ese grado de fantasía política me imagino lo que pasa por la mente de mucha gente en el terreno político de oposición, que se siente tan desesperada e impotente ante el agobio que le provoca la crisis social y política que vive el país con el mal gobierno de AMLO y la 4T.
No lo comparto, pero entiendo ese sentimiento que se transmite en la comunicación del día a día, como si fuera cambiar ese escenario de la noche a la mañana sin tener que pasar por un proceso electoral, una lucha política, mediante una competencia descarnada y brutal entre dos frentes políticos que se han creado, el del gobierno y el de la oposición.
Y que, en dichos frentes electorales y políticos, nadie sabe quién va a ganar, simplemente porque es obvio que existe una competencia de dos bloques sociales delimitados, que se están formando, definiendo y construyendo su organización y estrategia de combate.
En ese proceso en el que nos encontramos inmersos, es como los prolegómenos de esas épicas batallas que nos narra la historia, donde los ciudadanos deambulan, cada quien con su itacate y muchos sin saber qué hacer, momento en el que el dialogo reflexivo, con mesura y con certeza, se debe ponderar para que la excitación y la exaltación se puedan canalizar adecuadamente y que no cunda el pánico.
Pedirle a Xóchitl Gálvez que resuelva el problema de los partidos políticos de la coalición opositora, es un desatino, simplemente porque no está en sus manos. O que, a los miles y miles de precandidatos en todo el país que no duermen por no saber si alcanzaran la meta o se quedaran en la orilla y hasta se paralizan políticamente porque se sienten confundidos e inseguros, tampoco Xóchitl les va a resolver el problema.
Por todo ello, es fundamental que el movimiento opositor que ella encabeza, haga conciencia que se aspira y organiza para luchar contra una fuerza política con tendencias dictatoriales, antidemocráticas, corrupta e incompetente ante los problemas del país y que es primordial derrotarlos electoralmente en junio próximo.
Es cierto que todo mundo importa y que existen mejores que otros en cualquier ámbito, mucho más donde habrá una batalla campal por quien gobierna el país los próximos seis años: más de la misma 4T o se recupera la vida institucional y democrática del país.
Se va a una competencia para que el país se recupere y no se siga hundiendo, particularmente en esa vorágine de violencia y dolor que sufre toda la sociedad. Ojalá resulte lo mejor.