Retiro de cubrebocas, ¿un medida apresurada contra COVID en Sinaloa?

    Foto: Especial.

    Todos, en donde sea, siempre deseamos que el COVID-19 se fuera, después de causar tanto dolor y muerte, así nos asimos, a que el efecto de las vacunas serían suficientes y en poco tiempo volver a la normalidad.

    Fue tanta la desesperación, que aún sin haberse decretado el fin de la pandemia muchos gobiernos corrieron a subir las cortinas de protección y a darle pleno juego a la “nueva normalidad” y volver a ocupar los espacios y practicar los hábitos de vida que se habían abandonado, al extremo de obviar circunstancias de estacionalidad, que los llevó erróneamente a suspender el uso de cubrebocas, y como la terca realidad lo demuestra fue un error de política pública.

    Se les olvidó muy pronto que Sinaloa resultó el estado relativamente con más afectados y el más alto porcentaje de mortalidad, al grado que sumamos más de 15 mil, una suma de cadáveres que nos asombró a todos. 15 mil muertos a los que debemos respeto y esforzarnos por cuidarnos más.

    Por eso, me imagino que el gobernador Rocha en su lecho de recuperación de su tercer contagio de COVID, que quizá en los peores momentos, el de las calenturas y dolores de huesos, probablemente pensó en correr al secretario de Salud, tan fresco y hasta cierto punto frívolo, se lanzó contra el uso del cubrebocas.

    Por eso, se debe reconocer que fue una medida apresurada sobre la que hay que recapacitar y tomar medidas. Es evidente que la concurrencia de la temporada de influenza y el remanente del COVID y la guardia baja, está provocando resfriados a granel, que no se sabe si es COVID o gripa, ante lo que urge asumir de nuevo el liderazgo por el gobierno, asumiendo que la sociedad debe volver a las precauciones de la pandemia y lo que es más urgente es evitar que escaseen los medicamentos.

    Ya son grandes los grupos que hacinan y aíslan en las afueras de la clínica del IMSS, ya es evidente que no hay cubrebocas y hay quienes empiezan a “hacer su agosto”, a la que se suma que las pruebas COVID (PCR) ya cuestan 950 pesos y hay muy pocas.

    No se sabe qué pueda ocurrir, los chinos decretaron “toque de queda” y aislamiento rigurosísimo a quien los magnifique, y a lo lejos parece un enorme exceso de aquel gobierno, pero no se nos olvide que son casi 1500 millones de habitantes, y que si se les sale de control representa una catástrofe.

    Pero aquí aún es posible superar el problema sin tantos riesgos, tanto que habría que pensar en una quinta dosis o comprar el medicamento que ya se vende en el mercado de Estados Unidos y obviamente retomar el cubrebocas.

    Van a ser tres meses muy difíciles con temperaturas extremosas, que no pueden nuestras autoridades, como el secretario de salud, caer en el facilismo de que “es lo que la gente quiere”, cuando se trata de una política pública que se asume por criterios científicos, para proteger la salud de todos los sinaloenses.

    Ojalá y se recupere pronto el gobernador Rubén Rocha y salga de ese martirio, pero no debe quedarse de brazos cruzados. Su contagio ocurrió por su activismo ciertamente, pero también es la confirmación de que el virus ahí está y que el cubrebocas hace falta.

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