Bruselas.- En el universo ideal, el reparto de una vacuna nueva y escasa como la de Covid-19, sería equitativo entre la comunidad de naciones, pero parece que no será así.
De acuerdo a las guías publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), llegaría primero al personal médico, después a los más vulnerables (personas de la tercera edad y en riesgo por enfermedades crónicas), seguido por las poblaciones que habitan en focos de infección que no dan tregua; al final, el resto.
Si la respuesta fuera igualmente coordinada, partiendo del principio de que el objetivo esencial es frenar la expansión del virus, la repartición sería con la mira a crear un aro de protección en torno a los puntos con mayor número de brotes, posteriormente seguirían doctores y enfermeras, población vulnerable, y los demás.
Todo indica que no será así. Por el contrario, la carrera por la anhelada vacuna desembocará en una contienda en la que los países verán por sus propios intereses, en lo que México no aparece en la lista de esos primeros países.
El rompimiento de filas sobre quién obtiene primero la vacuna ya se refleja en los datos de instancias como la firma londinense Airfinity, los cuales muestran que son los países ricos quienes llevan la mano en la lista de pedidos a las farmacéuticas.
La realidad es otra.
Las naciones más ricas han “apartado” más de 2 mil millones de dosis con las farmacéuticas que van en las fases más avanzadas. El pactar con varias compañías simultáneamente eleva las posibilidades de que serán los primeros en obtener la “cura”, puesto que se estima que sólo 10% de las vacunas pasará del laboratorio a la fase de aprobación final.
Si nos atenemos a las características demográficas de los países, el gobierno del británico Boris Johnson encabezaría la lista de pedidos con 300 millones de dosis, es decir, cinco vacunas por habitante. Le sigue la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, quien con su bandera de América Primero ha firmado contratos por 800 millones de dosis. La Casa Blanca está en posición de aumentar su solicitud, de poco más de dos por habitante a casi cinco.
El gobierno del premier canadiense Justin Trudeau, cerró a finales de agosto acuerdos con dos compañías estadounidenses por hasta 114 millones de dosis, tres por habitante.
La Unión Europea, en conjunto, ha sellado la compra de 300 millones de dosis con la farmacéutica AstraZeneca, con opción de adquirir 100 millones más.
Japón también ha amarrado millones de vacunas, casi dos por cada ciudadano, seguido por Vietnam que ya tiene pedidos para cubrir la mitad de sus 95 millones de habitantes, pero con opción de triplicar la cuota.
“Los australianos estarán entre los primeros del mundo en recibir una vacuna Covid-19”, reza un comunicado de la oficina del primer ministro de ese país, Scott Morrison, divulgado tras suscribir un acuerdo con la compañía AstraZeneca. “Con este acuerdo, todos los australianos (25 millones) podrán recibir la vacuna Covid-19 de la Universidad de Oxford de forma gratuita”, precisa.
Suiza suscribió un acuerdo para la adquisición de 4.5 millones de dosis con Moderna y está en contacto con otras firmas. “Dado que serán necesarias dos dosis, podremos vacunar a 2.25 millones de personas”, dice la Oficina Federal para la Salud Pública. Suiza registra una población de 8.6 millones, alrededor de 18% tiene más de 65 años.
Hay más en las listas.
Hay otras naciones emergentes. Destaca Indonesia, con contratos con diversas farmacéuticas equivalentes a 300 millones de dosis, 1.1 por habitante; así como el de Serbia, que ya puso sobre la mesa 500 millones de euros con miras a hacerse de la vacuna rusa.
El presidente serbio, Alek-sandar Vucic, dijo en julio que su país será uno de los primeros en hacerse de la vacuna a finales de noviembre o principios de diciembre.
Anuncios de compras se han hecho además en América Latina, Israel y China, entre otros, aunque lejos están de ofrecer una cobertura universal para su población.
Las fichas de las potencias ya están puestas sobre las farmacéuticas favoritas a resultar ganadoras en la ruleta del antídoto contra el coronavirus, integrada por un portafolio de 170 vacunas en desarrollo.
Al ser cuestionada sobre la decisión de varios países de seguir su propio camino, haciendo acuerdos bilaterales que comprometen al fabricante, Melanie Saville, de ka OMS, dice que es natural que cada país quiera proteger a su población, pero en un contexto de pandemia como en el que nos encontramos, los acuerdos bilaterales presentan algunas desventajas importantes.
“Primero, excluyen a los países que no están en condiciones de hacer arreglos bilaterales, dejando a gran parte de la población mundial al margen. En segundo lugar, los acuerdos bilaterales que se centran en una o dos vacunas exponen a estos países al riesgo de que apoyen al candidato equivocado. En esta etapa todavía no conocemos el candidato que tendrá éxito”.
Y la pregunta es: ¿México dónde está?
Con información de El Universal