El gobernador Rubén Rocha, después de los desafíos y desplantes del presidente municipal de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, de manera muy comedida y hasta lisonjera se abrazó con él, le ratificó su voto a favor de él, si volviera a elegirse, quizá pensando que aún no era suficiente, junto con el dirigente nacional de MORENA, Mario Delgado, le levantaron el brazo y luego le ofreció el gobernador pagar la mitad del supuesto daño a los ingresos de JAPAC por el descuento a adultos mayores y discapacitados en el pago del consumo de agua potable, lo que rechazó Estrada Ferreiro, a lo que seguramente pensará el gobernador “ahora sí, este no tiene remedio”.
Y es que el gobernador, en esos tres días que se dedicó a “estimular” la sensibilidad política del presidente municipal, le mostró todos los ángulos de la persuasión y ninguno hizo efecto, pese a que la figura del gobernador se descomponía en el marco de esa tolerancia e intenciones de conciliar para detener el deterioro que sufre con ello el gobierno de Culiacán, su gobierno y la 4T.
Por ello, no se podrá cuestionar en lo más mínimo al gobernador del estado de no intentar detener esa conducta tan desafortunada de Jesús Estrada Ferreiro y alinear sus gobiernos en las metas de MORENA, como lo recordará su presidente nacional Mario Delgado, al referirse al tema de los apoyos que promueven a los más desvalidos, que quién sabe cuáles sean las verdaderas motivaciones del presidente municipal de Culiacán, porque no es ningún ingenuo ni ignorante, y mucho menos en las acciones que emprende, como ya lo hizo hace más de diez años, cuando junto con otras cuatro personas solicitó el amparo de la justicia federal en contra del decreto que autorizó la ampliación de la concesión del estadio “Ángel Flores” al grupo Ley por otros 15 años más, y la remodelación del mismo por parte del gobierno estatal, solicitud de amparo que fue retirada después de una pingüe negociación con los interesados en la remodelación del estadio.
Quién sabe cuál será el fondo que persigue, porque son demasiados los elogios y apapachos del gobernador y su partido como para que no tuviera el más mínimo gesto de conciliación, por lo que abre la puerta al sospechosismo y no existe otra cosa en el horizonte, más que una negociación y esta no es de carácter monetario (ya le ofreció el gobernador la mitad de los costos financieros y los rechazó), sino más bien de un acuerdo político que implique las candidaturas del 2024, específicamente la de senador, y quizá hasta la de su sucesor.
Todo ello es muy difícil de sostener e impulsar, pero nada le cuesta al presidente Estrada Ferreiro presionar con el amparo que suspende la ejecución del decreto, con lo que gana cada día que pasa espacios, reflectores y desgasta al gobernador y al congreso del estado.
Lo más sano es darle la batalla legal y que las cortes resuelvan lo conducente, lo peor sería doblegarse ante sus chantajes.