Múltiples aspectos positivos han sido expuestos en el nuevo presupuesto del gobernador Rubén Rocha Moya, que seguramente entre hoy y el jueves se concluya su discusión y para el fin de semana ya contemos con el dictamen aprobado por el congreso de un presupuesto que será muy útil para el gobierno, sociedad y organismos fiscalizadores, porque en sí mismo se dibujan las claves de los ingresos y egresos, sin que aún se aclaren dudas del pasado, pero que urge poner sobre la mesa del gobierno y el escrutinio público.
Extraordinario ha resultado compactar todos los presupuestos dispersos que antes de asignaban en políticas de género y se definan programas específicos con montos precisos del gasto en los mismos, al mismo tiempo que institucionaliza algunas actividades del gobierno muy especiales, como las rastreadoras y los desplazados.
Coherente también ha resultado el programa de apoyo al sector pesquero, que había desaparecido en los tres años anteriores, como la nueva modalidad de apoyo a la comercialización de granos, que también se reincorpora desde ahora, luego de que el congreso federal asumiera en el presupuesto federal que sería complementario con recursos estatales en sus presupuestos locales.
Seguramente lo más trascendental, después de treinta años de lucha para la transparencia y rendición de cuentas, sea el anexo al proyecto de presupuesto que contiene todas las obras que el gobierno del estado construirá durante el año, dónde se precisa municipio, localidad, tipo de obra, beneficiarios y montos de inversión, cuando todo eso a principios de los años noventa era un sueño.
Qué esperanzas que algún diputado conociera las obras de su municipio, conociera dónde se construirían y cuánto costarían, ocurriendo muchas veces después, cuando la oposición se dedicó a investigar, que muchas obras eran de papel y en su expediente estaban las facturas y los cheques pagados, pero no existía la obra.
Hoy habrá oportunidad para todos de saber qué pasa con la inversión del gobierno de Sinaloa y esa es la otra cara de la moneda de lo que hizo Quirino Ordaz, ocultar y manipular todo.
Por eso, aunque parezca medio paranoico de nuestra parte, existen tres cosas que merecen justicia elemental: ¿Qué pasó con la venta de la MAXIPISTA a Carlos Slim?; ¿Cómo están año con año las deudas a corto plazo? Cuando en el 2020 apareció en el periódico oficial que ya sumaban 4779 millones de pesos, y seguramente ahora que termine el 2021 debe rebasar los 5000 millones y ese dato no aparece por ningún lado, porque la gravedad que tiene es que deben pagarlo de inmediato; y la tercera ¿Cuántas obras fantasma hay y cuáles se pagarán? Después de haber visto ayer que parece son cientos.
Se debe saber, porque los compromisos de reparaciones se tendrán que hacer y el presupuesto los debe de contemplar.