El jueves pasado 1° de octubre comenzó para los diputados de la LXIII Legislatura de Sinaloa, el último año de su gestión y pareciera que pudieron ser el de mayor despliegue político, me temo que será el más insulso de los tres.
Digo lo anterior porque no se conoce acción contra la ASE (Auditoría Superior del Estado) ni a la Fiscalía del Estado, como tampoco al mismo gobernador Quirino Ordaz, para legalizar, legitimar y transparentar los resultados de las cuentas públicas, específicamente las del ejecutivo estatal.
Hasta no se conoce comparecencia alguna de la titular de la ASE Emma Guadalupe Félix, como esfuerzo de conciliación y coadyuvancia con el Congreso como órgano técnico auxiliar del poder legislativo, como tampoco en ningún momento se han exigido informes ni comparecencia alguna del fiscal del estado, tanto para que se revise su gestión en general, como para informar del proceso que siguen las denuncias como resultado de la revisión de las cuentas públicas.
O el caso del mismo ejecutivo estatal que se ha rechazado la publicación de algunos decretos sin que exista explicación a tal decisión, así como también la pretensión de influir en las decisiones del poder legislativo.
Más allá también las limitadas reformas y nuevas leyes que no manifiestan una idea del poder legislativo como auténtica representación popular que sea voz, eco y gestión de los ciudadanos que se refleja en la pobre reacción ante la pandemia y la crisis económica, por ejemplo.
Como también se refleja en la poca atención que se presta a los roles de los presidentes municipales a quienes en primer lugar no se les ha podido ayudar acompañándolos por lo menos ante el gobierno estatal y el de la República, como tampoco para que expliquen algunos sobre su errática gestión y hasta ilegal, como el caso de Billy Chapman en Ahome.
Se les pasaron los meses y los años a los diputados de la LXIII legislatura, sin que reflejaran un proyecto como tampoco un desempeño que les diera decoro y respaldo suficientes como para que algunos solicitaran la reelección.
En este último año que apenas empieza ojalá pudieran hacer algo ante el presupuesto 2021, el informe 2020 del gobernador y los ayuntamientos, las cuentas públicas que vendrán ya de algunos presidentes municipales de MORENA, la deuda pública de corto plazo del gobierno estatal y los municipios, los déficits financieros y por lo menos se llame a cuentas al secretario de Salud, Efrén Encinas, y al de Economía, Javier Lizárraga, sobre la gestión local de la pandemia y la crisis económica.
No sé si empezando el año nos quedemos con un Congreso vacío, ahora sí hasta físicamente, por que los suplentes que lleguen no sabrán nada, lo que sería el acabose después del escaso trabajo hecho por los legisladores.