El cuerpo momificado del obispo Peder Winstrup, una de las momias del siglo XVII mejor conservadas de Europa, durante más de 300 años permaneció en una cripta de la catedral de Lund, en Suecia. En 2015, una radiografía a su ataúd reveló restos de un feto de cinco o seis meses que había nacido muerto, un hecho que sorprendió a los expertos y les hizo preguntarse si había alguna relación entre ambos.
En ese entonces se especulaba sobre un parentesco biológico. Ahora, un estudio genético y un análisis genealógico de los restos de Winstrup y del bebé llevados a cabo por la Universidad de Lund parecen haber encontrado la respuesta, informó este miércoles la institución en un artículo.
Los resultados arrojaron que solo compartían el 25 % de sus genes, es decir, su parentesco es de segundo grado. Cada uno conservaba diferente «linaje mitocondrial» (que se transmite exclusivamente de la madre), pero había una coincidencia del cromosoma Y, lo que determinó que su relación provenía del lado paterno.
Bajo ese panorama, el abanico de posibilidades era amplio. Podían ser tío y sobrino, abuelo y nieto, medio hermanos o primos hermanos dobles. Finalmente, y basados en los datos sobre la familia Winstrup, los científicos lograron plantear el más probable parentesco. «Es posible que el niño muerto fuera el hijo de Peder Pedersen Winstrup y que, por tanto, el obispo fuese su abuelo», asegura Maja Krzewinska, del Centro de Paleogenética de la Universidad de Estocolmo, que participó en el análisis.
Un fuerte significado.
Peder Winstrup fue una figura prominente en la Escandinavia del siglo XVII. Desempeñó un papel clave en la creación de la Universidad de Lund, fue profesor de física, además de arquitecto, empresario y capellán del rey de Dinamarca. Su hijo, Peder Pedersen Winstrup, no siguió los pasos de su padre, se interesó por el arte de la fortificación y se cree que vivió de las limosnas de sus parientes durante sus últimos años de vida.
«Con la muerte de Peder Pedersen Winstrup, el linaje masculino llegó a su fin para la familia noble Winstrup. Colocar al feto fallecido (de su único hijo) en el ataúd del obispo debió de ser un acto fuertemente simbólico: había dado a luz a un hijo, aunque nacido muerto», concluye la universidad.
El obispo Winstrup murió en 1679 a los 74 años y fue enterrado en la cripta de la famosa catedral de Lund. En la década de 1920 su ataúd fue abierto, pero entonces no se realizó ningún estudio y en 2015 su cuerpo fue trasladado al Museo Histórico de la Universidad de Lund. Hasta entonces el feto no había sido detectado debido a que se encontraba detrás de un pie del sacerdote y permanecía tapado por una espesa capa de hierbas que cubría la sepultura.
(Agencias)