Nueva York.- Miles de empleados de Google han salido este jueves a la calle en oficinas de la empresa en todo el mundo para protestar contra la respuesta dada por la compañía ante el comportamiento sexual inapropiado de algunos de sus ejecutivos. «Los derechos de los trabajadores son los derechos de las mujeres», podía leerse en la pancarta que encabezaba la marcha silenciosa que partió de la sede del gigante tecnológico en el barrio neoyorquino de Chelsea.
Eric, ingeniero, considera que esta movilización es necesaria para mostrar que se debe cambiar la manera de lidiar los casos de acoso y agresión sexual. Es un esfuerzo que deben hacer tanto hombre como mujeres. “Somos empleados de una industria en la que los hombres ganamos en número”, señala, “por eso esta debe ser una responsabilidad compartida”.
“Time’s up tech”, responde una empleada, haciendo referencia al movimiento social que hace un año emergió a raíz de las denuncias contra el productor de cine Harvey Weinstein. Otras han destacado en sus pancartas los 90 millones de dólares (unos 79 millones de euros) que Google pagó como compensación al creador del sistema operativo Android, Andy Rubin, que tuvo que abandonar la compañía tras una investigación por abusar sexualmente de una subordinada con la que tuvo una relación sentimental, como publicó The New York Times el 25 de octubre. Con ese dinero, añaden, se podría pagar durante 3.000 años a una persona que trabaja con un salario de 15 dólares la hora. “¿Qué hago en Google?”, se preguntaba otra manifestante en una pancarta para amplificar su voz, “pues trabajar duro para que la compañía pueda permitirse pagar 90 millones a ejecutivos que acosan sexualmente a sus propios empleados”.
«Google es una comunidad. Hay cientos de miles de personas que están vinculadas directa y indirectamente con la compañía, por eso tenemos la responsabilidad de protegernos y a nuestro usuarios», dijo dirigiéndose a los manifestantes una de las organizadores de la protesta en Nueva York, al tiempo que lamentaba que no fuera el lugar de trabajo que soñaba para las mujeres o las personas de color como ella.
Sobre la mesa de trabajo de centenares de trabajadores de Google han aparecido esta mañana notas idénticas:
«No estoy en mi puesto porque voy a marchar en solidaridad con otros trabajadores y con proveedores de Google para protestar contra el acoso sexual (…) Volveré luego».
La convocatoria establecía que los paros de protesta se celebrasen exactamente a las 11.10 de la mañana, hora local de cada sede. Por ese motivo, la oficina más madrugadora ha sido la de Tokio. La breve huelga de Google Dublín ha sido la más llamativa de la jornada porque Irlanda acoge la mayor sede de la empresa norteamericana fuera de Estados Unidos, gracias a las ventajas fiscales que ofrece el país. Solo allí emplea a 7.000 personas. Sin embargo, la protesta se ha repetido en las sedes de Google en Londres, Berlín, Nueva York, Zúrich, Tokio y Singapur, a juzgar por las fotografías y vídeos que han difundido los manifestantes a través de las redes sociales. En Madrid, donde este jueves es festivo, no se ha celebrado la protesta, informan fuentes de la compañía.
El paro de los trabajadores también reivindica el fin de la brecha salarial entre hombres y mujeres, que la compañía publique un informe de transparencia sobre los casos de acoso sexual constatados, que se mejore la manera de hacerlos públicos o que el director de diversidad de la empresa pueda remitir recomendaciones directamente a la junta directiva.
La desigualdad por sexos en Silicon Valley ha suscitado críticas del movimiento feminista, no solo por los casos de acoso sexual hacia las mujeres en empresas como la mencionada Google, Uber o AdRoll, sino también por la escasa presencia femenina en las plantillas y las ejecutivas de las compañías.
En el caso de Google, trabajadores de la compañía ya se han levantado contra la empresa en el pasado, aunque por otros motivos: se mostraron contrarios a los contratos de colaboración de la compañía con el Pentágono para desarrollar proyectos de inteligencia artificial de uso militar o por la posibilidad de que el buscador, prohibido en China, desarrollara una versión censurada para el país asiático.