Nueva York.- Durante las elecciones de medio término de Estados Unidos que serán este martes 06 de noviembre, los estadounidenses acudirán a las urnas por primera vez desde que Donald Trump fue elegido como presidente.
Se elegirán a los integrantes del poder ejecutivo estatal y local, del legislativo federal y estatal, y de las que la composición del poder judicial puede verse fuertemente afectada y con efectos a largo plazo.
A nivel federal, los estadounidenses van a tener que reelegir o renovar a todos los 435 escaños de la Cámara de Representantes (diputados) y un tercio de los senadores, es decir, 35.
A nivel estatal, se eligen los gobernadores de 36 Estados y 87 de las 99 cámaras legislativas. Y a nivel local, los alcaldes de unas 300 ciudades.
Pronósticos
Los demócratas parecen listos para obtener la mayoría del voto popular para las 435 diputaciones en disputa en las elecciones intermedias, con encuestas que muestran también una alta desaprobación del presidente Donald Trump… pero no hay certeza aún sobre cuál será el resultado final en la Cámara de Representantes estadounidense.
Hay dos posibles resultados muy divergentes. Podrían arrasar los demócratas y poner fin al control republicano de la Cámara Baja e, incluso, amenazar la mayoría republicana en el Senado. O puede que la batalla por la Cámara de Representantes quede en vilo en ciertos distritos hasta semanas después de que cierren las casillas (en estados como California y Washington tardarán en ser contadas todas las boletas enviadas por correo).
El primer resultado se vería como un rechazo contundente a Donald Trump; el segundo, como otro ejemplo de la resiliencia política del presidente. Sin embargo, la diferencia entre una posibilidad y otra es de apenas unos puntos porcentuales en decenas de distritos electorales casi empatados, de acuerdo con encuestas hechas por The New York Times y Siena College en las últimas semanas.
El resultado agregado a partir de más de diez mil entrevistas y sondeos es que los demócratas y republicanos están empatados en treinta distritos; en total, los demócratas tendrían una ventaja de alrededor de 0,5 por ciento.
Los demócratas necesitan ganar tan solo algunos de esos distritos —quizá seis sean suficientes— para conseguir las veintitrés curules que les darían control de la cámara. Sin embargo, los candidatos del Partido Demócrata aún no tienen afianzados esos triunfos: su ventaja en las encuestas en veintiocho de los distritos más disputados están dentro del margen de error.
Con tantas contiendas tan ajustadas, cualquier pequeño cambio entre los votantes indecisos en esos distritos conllevaría un resultado completamente distinto a nivel nacional, con consecuencias dispares para el futuro del gobierno estadounidense y de la presidencia de Trump.
Integrantes de ambos partidos han predicho que los demócratas sumarán 35 escaños en la Cámara de Representantes. (Los sondeos del Times con Siena prevén por lo menos 32 curules para los demócratas). Por ello, hay condiciones para que suceda una elección “de ola” o arrasadora, como las de 1994, 2006 y 2010, que resultaron en un cambio total del control de la cámara.
Sin embargo, los republicanos también cuentan con varias ventajas estructurales que los partidos gobernantes —los representados por el presidente— no tenían en esos tres años electorales. En esta ocasión, muchos de los candidatos republicanos están postulados en distritos que votaron por Trump ya sea por la división partidista de los mapas distritales o por la tendencia de los demócratas de enfocarse de más en zonas urbanas.

La ventaja geográfica republicana es aún mayor si se trata del Senado; ahí es casi seguro que el partido mantenga su control. Para ello solo necesita conseguir el voto en tres de los siete estados con encuestas ajustadas y en donde Trump obtuvo por lo menos nueve puntos porcentuales más que su rival electoral en 2016, Hillary Clinton.
En el caso de la Cámara de Representantes, también es posible que la polarización partidista sea suficiente para frenar a los candidatos demócratas en los distritos clave, gracias a temas candentes como la migración que se han vuelto centrales en los últimos días.
Si esa polarización es explotada por los candidatos republicanos, entonces podrían aprovechar su ventaja geográfica ya existente para no solo mantener el Senado, sino para reducir las pérdidas en la Cámara Baja.
La participación es otro factor importante. Nunca hay certeza de cuántas personas acudirán a votar, pero en general sufragan menos en las elecciones intermedias que en las presidenciales. Eso significa que un repunte mínimo en el entusiasmo por participar puede cambiar por completo la composición del electorado.
En las últimas elecciones legislativas, la gente que acudió a votar fue poca y era de mayoría republicana. Aunque hasta ahora varias encuestas trabajan con el supuesto de que la participación será mayor a los comicios de hace cuatro años; esto es debido a la votación anticipada por correo, que tiende más hacia los demócratas, así como a un mayor interés en diversas elecciones locales extraordinarias desde que Trump llegó al poder.
¿Qué es lo que hay que saber?
En los comicios, Donald Trump estará sometido a una prueba de popularidad que afectará a la segunda mitad de su presidencia.
Aunque lo más importante es que son unas elecciones legislativas, EE.UU. somete a votación otros cargos de alta o menor importancia. Los estadounidenses deciden:
- Los 435 escaños de la Cámara de Representantes (lo equivalente a los diputados que representan a los distritos de cada estado);
- 35 bancas del Senado (en total, tiene 100 escaños);
- 36 gobernadores estatales,
- y cientos de cargos públicos estatales y municipales.
Los resultados de la votación de representantes y senadores definirán si los Demócratas o Republicanos controlan cada una de las cámaras del Congreso de Estados Unidos.
Tras las elecciones de 2008, el Partido Demócrata alcanzó el control de 32 gobernaciones, pero tras la gran victoria republicana de 2010 se invirtió el equilibrio de poder y los conservadores tomaron el control de esa misma cifra, un cambio drástico que se ha mantenido durante el resto de la década.
Es por eso que los demócratas ven en estas elecciones una oportunidad única para equilibrar la balanza, y según las encuestas tienen serias posibilidades de arrebatar entre seis y nueve gobernaciones a los republicanos, lo que casi repartiría por igual el poder ejecutivo sobre los 50 estados.