Culiacán, Sinaloa.- Por más de ocho meses se ha quedado varado en Culiacán. La posibilidad de regresar a Chile pareciera lejana para Mario Heriberto del Carmen, un hombre que desde marzo llegó a esta ciudad con la ilusión de visitar a una amiga que conoció por medio de redes sociales.

Instalado en la Casa del Migrante, este hombre con 73 años de edad, cuenta que el recibimiento que tuvo y la convivencia, los dos primeros meses fueron buenos, tanto que el descartó la posibilidad de regresar a su tierra. La idea de establecerse y compartir la vida con una mujer “culichi” lo llenó de ilusión. Sin embargo, la falta de entendimiento terminó esta historia de amor.

Tras haber vagado por la ciudad sin un techo para resguardase, sin la garantía de un alimento y sin un peso en la bolsa, por una serie de problemas con un banco donde le llega su pensión, en varias ocasiones el hombre pensó en quitarse la vida. El sentimiento de soledad y lejanía de su tierra cayeron en sus hombros más en estas fechas que se celebran entre familia y amigos.

“Me llegó un dinero y decidí venirme a México. Muchos me decían que no me arriesgara, pero al final me decidí a vivir mi última aventura que no imaginé que terminaría así y que me llevaría a pensar en eliminarme”.

Con un boleto de regreso en mano ya expirado, el chileno luce un rostro desesperado. A momento se le escapa una sonrisa por la añoranza de regresar a su país, una nación en la que no tiene que pagar para poder beber agua y trabajar para conseguir un sustento.

Estadía.

Hasta dos días Mario caminaba por las calles. Por la Álvaro Obregón y la Juárez, mismas que se aprendió de memoria para no perderse.

Hoy, se encuentra en la Casa del Migrante a la espera de solucionar el problema que le ha impedido el cobro de su pensión y encontrar una forma de regresar a Chile, donde lo aguarda su hijastra.

“Quisiera regresar a mi país. Ahí por lo menos podría trabajar y vivir lo que me queda; y aunque allá tampoco tengo nada al menos podría buscar la forma de salir adelante”.

Esperanza.

Aunque la melancolía es grande, Mario agradece la oportunidad de estar en un lugar donde podrá compartir la cena de Nochebuena, y donde la Navidad puede traerle esperanza de volver a Chile.

Escucha a Mario platicar parte de su historia…

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